Una pareja de jóvenes que según me dice se casará el próximo mes de agosto me pregunta que cuánto tiempo es lo prudente esperar para tener a su primer hijo y cuánto tiempo es lo aconsejable para tener al segundo hijo.
Me parece que esta es una pareja con buena madurez psicológica que, luego de un poco más de cuatro años de noviazgo, decide llegar al matrimonio y no quiere que las cosas importantes queden al azar, sino que espera prepararse adecuadamente para encarar las diferentes etapas de la vida matrimonial con adecuada responsabilidad.
Pues bien, lo aconsejable es que esperen dos años para tener a su primer hijo. Ese par de años es un tiempo adecuado para que cada uno se haya adaptado al otro y que las pequeñas diferencias de personalidad que pudieran generar algún tipo de conflicto se hayan aprendido a manejar de manera apropiada y las diferencias se hayan superado.
En ese tiempo también pueden hacer algún tipo de ahorro económico para enfrentar los gastos que inevitablemente generan el embarazo y el parto, ya no se diga los gastos que acarrea la niñez.
Es muy importante que el matrimonio se inicie sin deudas económicas de ningún tipo y para eso se requiere saber manejar con inteligencia los ingresos económicos, de tal manera que el embarazo y el nacimiento del hijo no impliquen una preocupación económica.
Tomen esos dos años para conocerse más, para expandir sus experiencias de pareja, para seguir estudiando, para viajar dentro y fuera del país hasta donde sea posible. Usen esos dos años para mejorar y embellecer más su hogar, para preparar la habitación del bebé, etcétera.
¿Cuánto tiempo hay que esperar para tener al hermanito? Pues lo que se aconseja es que el segundo hijo nazca cuando el primero haya cumplido cuatro años. Es hasta ese momento que el niño está psicológicamente listo para compartir el afecto de sus padres, su espacio y sus propias posesiones. Está listo para compartir sin que esa acción le cause incomodidad, ira, celos o rechazo por su hermano recién llegado.
A los cuatro años el niño es capaz de entender que el amor y los cuidados que sus padres prodigan a su hermano no significan que lo dejan de querer a él y que lo van a descuidar. Además, la madurez psicológica alcanzada por el niño a los cuatro años le permite amar y ser cuidadoso con su hermano, lo que significará, a largo plazo, una saludable relación fraternal entre los dos hermanos. Y si algo llena de felicidad a papá y a mamá es que haya una armoniosa relación entre los hermanos, de tal manera que cuidan uno del otro y se dan apoyo y acompañamiento.
Hay que tomar en cuenta que si se quiere tener un buen matrimonio, además del amor, es necesaria una adecuada madurez psicológica para enfrentar con responsabilidad todos los compromisos que el matrimonio acarrea.
Pues bien, el compromiso de ser papá y mamá requiere de una mayor madurez, porque va a tener en sus manos y bajo su sombra la enorme responsabilidad de criar y formar a un ser humano. Un reto que requiere de los padres de familia una entrega constante de por lo menos 20 años de vida.