La creatividad y la necesidad de hacer las cosas con sus manos siempre estuvieron en Adriana
García. Si el movimiento de hazlo tú mismo tuviera una fundadora, esa sería Adriana.
Además, desde siempre se consideró aficionada a los productos de belleza y desde los 16 años ha sido influenciada principalmente por la abuelita Elsy: «Mi abuela es superenamorada del arreglo personal, y eso me influenció mucho».
Con esa inquietud buscó encausarse primero en un salón de belleza, un proyecto que mantuvo en paralelo mientras tenía un empleo adicional. Y aunque esa aventura no tuvo el éxito que esperaba, sí fue la ventana para que descubriera una deficiencia en el enorme mundo del cuido personal y la belleza: no había suficiente información de los productos y no siempre se atendían las necesidades de los clientes.
«Descubrí que los proveedores de los productos no daban suficiente información para su uso, para su efecto y para las necesidades de las clientas. Y no es fácil decir: “Me voy a jugar $30 por un producto sin saber si en verdad es lo que necesito”».
En el salón de belleza, una Adriana autodidacta ayudaba a las clientas y, al mismo tiempo, fue el detonante para encontrar un mejor cause a su adicción y pasión por los
productos de belleza.
Investigó y se documentó como pudo en tiempos en los que los cursos de maquillaje y la formación en línea no estaban a la vuelta de un clic, como ahora. Pese a todo, le dio vida a su primer producto: Da Product, proteínas capilares para todo tipo de cabello.
El primogénito llegó entre 2016 y 2017, años decisivos para lo que hasta entonces era un pasatiempo para Adriana, que se considera una «beauty junky» que hace sus propios productos. Así nació también su marca: Neon. «El nombre es algo que me define, es inusual, nunca pasa de moda y significa lo mismo en inglés y en español», asegura.
Con ese gran paso, Adriana le dio un golpe de timón a su futuro. Pronto se vería creando más productos, estandarizando fórmulas para producir a gran escala y, en menos de un año y medio, cerrando el salón de belleza y renunciando a su empleo fijo.
La marca no nació solo para crear productos, sino para volverse una experiencia de vida: «Para que toda la que pruebe a Neon se vuelva adicta, y que cuando reciban un producto se emocionen».
Desde 2018, Adriana se metió de cabeza al negocio. Desde el salón de belleza, siempre contó con su socio, Hans Salazar, mercadólogo de profesión al igual que ella.
Pero no fue hasta después de un tiempo que Neon empezó, cuando ambos estuvieron por completo en el emprendimiento. Los dos han conformado un equipo equilibrado y que se apoya con sus fortalezas: Adriana es el corazón y la autora intelectual de varios de los productos; Hans es la fuerza de venta, el asesor que paso a paso
acompaña a los clientes, el catalizador por excelencia de la retroalimentación de los clientes.
En las redes, Adriana es la imagen principal. En el laboratorio, las fórmulas logran la exactitud con las manos de Hans. En su caminar han testeado cerca de 50 productos, pero después de Da Product solo han aprobado 20 en total.
Insisten en que Neon, más que una marca, es una mística para el cuidado personal, una experiencia en la que Adriana y Hans ofrecen tutoría personalizada para guiar a los clientes en todo lo que necesiten.
Además, aunque Adriana se considera una persona introvertida, ha construido una empresa divertida, genuina, por mucho novedosa y llena de humor, tal como demuestra la peculiar forma caricaturizada de sus ofertas en redes.
No menos importante es que Adriana establece una conversación con cada persona en las descripciones de los productos. Es como escucharla hablar y ser ella misma. Para muestra un botón: «¡No más excusas para no tener lisos perfectos! Si eres de las “traviesas” con esa melena de diosas, pues hay que mantenerla: NotGuilty #NoEvidence un sistema de limpieza LIBRE DE SAL, shampoo + acondicionador para cabellos procesados o
alisados», ha publicado Adriana en más de una ocasión.
LAS CREACIONES
Para testear los productos, validarlos y estandarizar las fórmulas, Adriana y Hans han contado con ayuda
de expertos en el tema, pero las ideas y las composiciones siguen siendo en su mayoría fruto de la mente «beauty junky» de la joven.
Sus productos están cargados de creatividad, humor, son libres de crueldad animal y buscan un lugar permanente en los estantes de belleza, en negocios y en las casas de sus clientes.
Hans comenta que la mayoría de las veces son ideas que Adriana tiene, luego viene el equilibrio y buscan cómo desarrollarlas hasta que finalmente llega a los amantes de sus productos.
Las viñetas, los colores y los nombres son parte de una dinámica por demás entretenida, pero dentro de un código de trabajo y calidad que ambos se han impuesto.
Así han nacido champús libres de sal, kits completos para el cuidado del rostro, mascarillas reconstructoras para el cabello y, su más exitosa y última creación, el tratamiento «anti-frizz» Love Spell, producido en medio de la
pandemia.
Esta creación fue una novedosa idea para sobreponerse de la crisis sanitaria y para ayudar a sus
«neon lovers», quienes no podían darles el acostumbrado tratamiento de salón a sus cabellos por las restricciones de la cuarentena.
Neon apenas empieza. El ingenio de Adriana y Hans apenas está calentando motores y la adicción por sus productos aún tiene espacio para crecer