Los procesos de desarrollo en América Latina se han visto coartados no por falta de recursos, sino por un pensamiento de subdesarrollo mental y cultural. El Salvador, en este momento de su historia, tiene la oportunidad de comenzar un proceso de desarrollo económico y social por la conjugación de las siguientes variables: momento político, dos monedas de curso legal (dólar y bitcóin), reestructura judicial, legislativa y municipal, crecimiento del 9 %, cambio de mentalidad, seguridad física y jurídica, manejo exitoso de la pandemia, excelente clima de negocios e inversión en infraestructura.
El primer paso para lograr un desarrollo sostenido, según la historia reciente de países asiáticos principalmente, fue el radical cambio de paradigmas, de una mentalidad de dependencia hacia una en la que creemos que podemos.
Esto pasa por un cambio en los preceptos que rigen nuestra Carta Magna y de una revolución mental que lleve a las grandes mayorías a una transculturización radical, si a esto le añadimos un sistema seguro en todo sentido, seguridad física y jurídica, el fomento de las inversiones sería un efecto natural. Entonces comencemos por la reeducación no solo formal, sino en todo sentido. Si pensamos que podemos, habremos dado el primer paso.
Este ya está, ya lo dio nuestro presidente Nayib Bukele. El momento político en la concepción de un desarrollo mental, a pesar de las dificultades, está dado. Creer que podemos, aunque tengamos a toda la opinión en contra, a todo el poder de EE. UU. y a los financistas de poderosos senadores diciéndonos qué podemos hacer y qué no, en contra a medios tradicionales dentro y fuera de nuestro país y a un poder económico que quiere seguir teniendo la hegemonía económica, política y social que se pone a las políticas que afectan sus intereses y que mantiene a las grandes mayorías marginadas. El aumento del salario mínimo en un 20 % es un pequeño paso para mantener un consumo sostenido que dinamice la economía.
Tenemos que lograr inversiones de alto valor que hagan crecer los ingresos de los trabajadores calificados, geométricamente, la minería con energía volcánica renovable, un nuevo plan de pensiones, el desarrollo del oriente de nuestro país olvidado por años, con la construcción del aeropuerto, la concesión del puerto La Unión y otras obras de infraestructura, por mencionar solo algunas, son un paso hacia ese objetivo de largo plazo.
El Tren del Pacífico, Surf City, la modernización de la estructura vial, el viaducto de los chorros, etcétera, son una muestra de que se puede lograr un crecimiento sostenido, pero ese es el primer nivel; la modernización del sistema educativo con la entrega de laptops nos lleva a pensar que sí es factible este proceso, así como la agilización de la tramitología, el idioma inglés como segunda lengua en todo el sistema educativo. Es un proceso que durará varias generaciones. Este es el primer escalón, pero antes tenemos que ir más atrás, los paquetes solidarios, los subsidios en general, como al gas, son paliativos necesarios.
En un primer momento, incluso, es necesario un plan radical como hambre cero llevado a cabo en algunos países del área. El siguiente nivel es sacar de la calle a esos miles de salvadoreños que encontramos sobreviviendo día con día, desde el limpiavidrios, el ambulante de la calle y de los buses, todo el sector informal con bajos índices de productividad. Ese es el reto, convertirlos en sujetos rentables; el empuje ya lo tienen, el sacrificio ya lo hacen.
Dentro del plan, en el primer nivel está convertir a esa pujante mano de obra hacia un sector formal de la economía, la contribución sería enorme, pero ¿cómo lo hacemos? Preparémoslos en áreas técnicas, aprender trabajando.
Esto nos lleva al fomento de la pequeña y mediana empresa por medio de la banca de desarrollo, que ya comenzó a dar sus frutos. Un plan agresivo en el exterior para la atracción de inversionistas en áreas de alto valor agregado y tecnológico que quieran venir al país con las ventajas antes expuestas, con una envidiable posición geográfica, un país seguro, con un TLC vigente con el Triángulo Norte, con un buen clima de negocios, con monedas sólidas, con una mano de obra de las mejores del mundo, comprobado.
Canalizar los millones de dólares que entran al país en remesas mediante el incentivo a la inversión. Todo eso ya lo tenemos, entonces lo que queda es nuestro cambio de mentalidad. Tomemos un ejemplo: el nuevo sistema de centros penales pasó de ser uno de los más negativos y violentos del mundo a un referente a escala de América Latina.
¿Qué pasó entonces? Voluntad y cambio de mentalidad, el aprovechamiento de los recursos de forma ética. El Plan Cero Ocio prepara al privado de libertad en un sujeto productivo. ¿Por qué no lo podemos hacer con el joven bachiller y en lugar de que emigre o caiga en el sector informal lo incentivamos y capacitamos para que forme su pequeña empresa o se incorpore a una que le dé oportunidad de hacerlo? ¿Cuál es la clave para dar el giro que proponemos como sociedad? El cambio de mentalidad, el «sí podemos», actuar anteponiendo los intereses particulares para el bien de la sociedad. Los ingredientes ya están listos, tenemos que pensar que sí podemos.
Primer reto, en el próximo quinquenio sacar al 23 % de compatriotas de la pobreza y al 4.5 % de la pobreza extrema. Segundo reto, integrarlos a la fuerza productiva formal. Por otro lado, solidificar una pujante clase media. El primer paso es el que cuesta cuando emprendemos cualquier tarea, esta que proponemos es monumental, pasar de un subdesarrollo histórico a un crecimiento sostenido y de ahí a un proceso de desarrollo del tercer al primer mundo. Nos van a decir que no es factible, que quienes lo han logrado tenían otra mentalidad, entonces eso es lo que proponemos.
Hablaremos más adelante de lo importante de otros rubros para lograr un crecimiento sostenido, sobre deportes, salud, arte, investigación, agroindustria, medioambiente, conectividad, tecnología y desarrollo, entre otros.
¿Cómo lo lograron algunos países en el siglo recién pasado? Primero, con un liderazgo con visión; segundo, tomando algunas medidas en las que los poderes hegemónicos se oponían para mantener el «statu quo» interno y externo, con sacrificios, con desconciertos iniciales de la población, con algunas medidas verticales con oposición inicial, interna y externa, con mucho valor para romper lo establecido, con ideas novedosas, evolucionarias, visionarias, con alianzas con nuevos actores nacionales e internacionales, con cambios de paradigmas. ¿Les parecen familiares? Pues el tiempo llegó.