Todas las naciones a lo largo de la historia han asumido las grandes emergencias y catástrofes con medidas extremas y radicales, de acuerdo con la naturaleza del peligro que han enfrentado. Durante las grandes guerras mundiales, por ejemplo, las industrias de las naciones aliadas se pusieron al servicio de las necesidades militares, reconvirtiendo sus actividades hacia lo que demandaba el frente de batalla.
Lo mismo sucedió cuando el virus que causa la COVID-19 se extendió por todo el planeta: empresas que se dedicaban a la industria de la moda reacomodaron sus líneas de producción para fabricar mascarillas e insumos médicos de protección. Incluso lo hicieron marcas de lujo, como una manera para enfrentar, de manera solidaria, la nueva condición sanitaria.
Ante la amenaza terrorista que surgió al inicio de la década de 2000 en Estados Unidos, luego del ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono, surgió una ley especial para enfrentar el nuevo peligro, además de que aumentaron los controles en sitios públicos, sobre todo en los aeropuertos. Las nuevas restricciones fueron muy duras y surgieron comentarios de que había un atentado contra las libertades individuales. Sin embargo, fue necesario para salvaguardar la seguridad de la sociedad.
Los países de Europa han hecho lo mismo cada vez que sus ciudadanos son sometidos a peligros del terrorismo internacional o cuando enfrentan las guerras. Lo vemos ahora mismo en Ucrania, donde su presidente incluso canceló 11 partidos políticos y fusionó a todos los medios de comunicación en una sola plataforma. Los partidos proscritos son aquellos que consideraba críticos o que mostraron alguna simpatía por la cultura rusa. Ninguno de los aliados de Kiev se atrevió a cuestionar esta grave afrenta a la libertad de prensa o a los derechos humanos, debido a la situación que atraviesa el país.
En El Salvador, a diferencia del caso ucraniano, que se trató de un decreto presidencial para ampliar el régimen de excepción, hubo reformas legales aprobadas por la mayoría de los diputados, no solo con los votos de Nuevas Ideas (que hubieran bastado), sino también con el apoyo de otros partidos políticos.
Solo los más abyectos defensores de los pandilleros van a decir que el país no enfrentaba un estado calamitoso, no solo por los días en los que los criminales desataron una masacre contra ciudadanos inocentes, sino desde hace décadas, debido a la desidia con la que ARENA y el FMLN enfrentaron el fenómeno, que creció como un cáncer.
Con la ley en la mano, las autoridades de Seguridad Pública y la Fiscalía han salido a atrapar a estos criminales que, gracias a la decisión de jueces valientes, son enviados a prisión, llevando tranquilidad y seguridad a los ciudadanos.