La misma noche que la selección nacional le ganó 2-0 a San Cristóbal y Nieves y que con eso selló su pase a la nueva octogonal con un global de 6-0, escuchaba a un grupo de cinco o seis amigos que, con cerveza en mano, no paraban de hablar de la Selecta. Hacían planes para no faltar a ninguno de los siete juegos que tendrá la Azul en el estadio Cuscatlán. Sinceramente, hasta había olvidado cómo la gente se emocionaba con el combinado mayor.
Es que pasaron 12 años sin que El Salvador jugara la fase más importante hacia un mundial de fútbol. En ese largo espacio de más de una década solo vivimos decepciones con esta selección, la más grande, quizá, la etapa de los amaños de partidos, donde estuvieron involucrados algunos de los jugadores más destacados de ese momento y que eran ídolos para los hinchas cuscatlecos.
Ese episodio llevó a perder una buena generación de jugadores. Había quienes hasta se atrevían a decir que ellos nos llevarían a un mundial, cosa que yo tampoco creo, porque los problemas de este fútbol no solo están en la parte deportiva.
Pero volviendo al punto principal, que es la clasificación a la última fase de la eliminatoria mundialista, ¿por qué no volver a ilusionarnos? Así como el grupo de amigos que no paraban de hablar de la Selecta en la ruta a Sudáfrica, así me sentía yo. Estoy seguro de que ellos, como yo, tampoco saben qué es ver a una selección mayor en un mundial. Ni había nacido cuando el Mágico González y compañía fueron a España. Del resto no hablemos.
Esta será una eliminatoria exprés, se jugarán 14 partidos en un lapso de siete meses. La primera vuelta se completará en apenas dos meses. Sí, serán seis partidos entre septiembre y octubre, dos juegos más en noviembre y lo que deseamos es, en materia futbolística, recibir 2022 con opciones de clasificar a Catar 2022.
Ahora es el llamado a la Fesfut. Muy octogonal puede ser, pero la afición ya le dio una muestra de que, si los precios no están de acuerdo con el espectáculo, no los va a pagar. La Fesfut se vio obligada a bajar los precios del partido contra San Cristóbal y Nieves, con respecto a los que puso contra Antigua y Barbuda. Son siete partidos, señores, sepan manejarlos, no se «disparen» con los precios. Los problemas financieros que atraviesa la entidad no son culpa del aficionado.
Obligados están a darles las mejores condiciones a los jugadores, y demostraron que se puede hacer si hay voluntad. La última visita al Caribe se hizo en un vuelo chárter que costó $107,995. Es caro, claro, pero eso es lo que hace la selección mexicana, por ejemplo. Recuerdo la última vez que vino a El Salvador: desde el Cusca-tlán se fue al aeropuerto para tomar un avión privado y volver a México. Por algo se empieza y ese sí fue un punto a favor.
Ahora más que nunca se debe estar unidos, dejen que los aficionados nos ilusionemos con volver a un mundial. Denle las condiciones a Hugo Pérez, que luche por llevar a la Selecta a esa competencia, aunque de antemano, por si acaso «mato el chucho a tiempo», el seleccionador dijo que se debía pensar a futuro, en la Copa del Mundo de 2026.