Uno de los graves problemas que culturalmente identifica al salvadoreño es que, muy a pesar de que la escuela y la familia buscan inculcar, promover y a la vez reforzar hábitos, no se ha logrado en un porcentaje aceptable que se coloque la basura en su lugar. Lamentablemente, debo decir que es por medio de las leyes que la gente, en algunos casos, redirecciona su conducta y sus hábitos, como un proceso de resocialización.
Volviendo al tema específico de las sanciones por el mal manejo de la basura, que se dispone de forma descontrolada, se deben hacer algunas consideraciones y es que tenemos una parte de la población carente de competencias básicas de ciudadanía, ya que creen que es obligación de las comunas levantar la basura que irresponsablemente las personas arrojan en cualquier lugar y digo en cualquier lugar, pues en algunas zonas de los mercados municipales se observa que disponen de la basura en los tragantes, con el concerniente daño colateral tanto material como en la pérdida de vidas humanas, lo que impacta negativamente en la vida de las ciudades y del entorno medio ambiental, pues se vuelven inhóspitas para la vida de propios y de turistas, tanto internos como externos.
La reciente reforma del artículo 98 de la Ley de Medio Ambiente contempla sanciones pecuniarias de $20 a quienes dispongan en lugares no autorizados de desechos sólidos con peso inferior a dos libras; agregando que, si dicha multa se cancela en un tiempo máximo de 10 días, la misma se reduciría hasta en 50 %, es decir $10, que es una cantidad pagable dadas las condiciones de la falta cometida.
De igual manera y para darle robustez a los cuerpos de ley, se suman reformas en el código 257 del Código Penal para darle un carácter no de falta, sino de delito y el castigo a quienes lancen de dos libras de basura en adelante en áreas no autorizadas. Es acá donde entran las empresas. Muchas de forma irresponsable dañan con sus vertidos químicos nuestros mantos acuíferos. Lanzan además desechos de todo tipo de industria. Es acá donde se configura el delito que buscará sancionarse con las reformas del Código Penal antes mencionadas.
Todo esto me parece correcto y es acorde con la realidad que está viviendo nuestro país, es decir, si el presidente Bukele y su gabinete buscan poner las cosas en orden, con el apoyo de la nueva Asamblea Legislativa, comenzando por limpiar la Fiscalía General de la República, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, ponerle fin a la galopante corrupción que se manejó en el pasado desde las llamadas organizaciones no gubernamentales que como fachadas de los partidos ARENA y FMLN erosionaron las arcas del Estado al disponer de millonarias cifras de dinero para mantener este tipo de «organizaciones», el quitar el Fodes a las alcaldías que en el pasado hicieron, como se dice en buen salvadoreño, «su agosto», pues este dinero lo utilizaron en muchos casos para beneficio propio (de estos hay casos judicializados). Se construyeron paradas de autobuses con precios hiperinflados, se contrató ejércitos de gente leal a sus partidos o simplemente contrataron a sus parientes (nepotismo), se amañaron licitaciones (solo contrataron a sus círculos de confianza).
El presidente Bukele ha orientado todos sus esfuerzos en colocar las cosas en su lugar y la basura disponerla donde corresponde. No se puede dejar de mencionar el impacto incluso en el fútbol nacional, donde fue obligatorio limpiar o comenzar a limpiar las esferas de corrupción que han manchado nuestro deporte rey.
No se puede dejar de mencionar en este tema el manejo de la seguridad pública y de cómo se ha solucionado un problema de graves dimensiones, como el de las pandillas, que si bien es cierto son personas capturadas, son salvadoreños, pero le ocasionaron muchísimo daño al país y además son un legado negativo de ARENA y el FMLN para nuestro país. A este Gobierno le ha tocado corregir la plana de los gobiernos anteriores, que lejos de buscar generar condiciones favorables para la población pactaron con estos grupos irregulares, usaron dineros del Estado y pactaron con fines electorales. Es acá donde nuestra gente cree que la política es sucia; más bien, creo que la política es una bonita manera de servir y quienes la ensucian son los malos políticos, es decir, aquellos que durante la historia los conocimos como ladrones y corruptos que llegaron a servirse no a servir, para los cuales hay un espacio ganado en nuestra memoria colectiva, pues son una generación que nunca volverá, ya la población los conoce y nuestra gente ha madurado tanto que a estas alturas es difícil de engañar.
El manejo de la basura para algunos es un dolor de cabeza, sin embargo, para otros es una forma de ganar mucho dinero. En nuestros países latinoamericanos, ante la ausencia de otros recursos, encuentra en la basura el petróleo que no tenemos. Es importante tomar en cuenta las cifras y es que nuestro país genera por día 3,676 toneladas de basura, de las cuales solo el 5 % es para reciclaje y el resto se dispone en los rellenos sanitarios autorizados. Se estima que cada persona produce al día un kilo, o sea 2.20 libras. Si esto es así, entonces debemos tomar plena conciencia de que todos nos manejamos al filo de la navaja, pues podríamos recibir una multa administrativa, si no colocamos la basura en su lugar.
De aquí se desprenden alternativas como las siguientes: promover un modelo de depósito público para recolección de basura y que existan al menos dos o tres por cuadra; me refiero específicamente a las áreas comerciales. Obviamente, es una competencia de cada gobierno municipal, que debe permitir que sean los dueños de los establecimientos los encargados de hacerlos y colocarlos con el incentivo de que coloquen la publicidad de su negocio. Digo esto porque nuestras ciudades carecen en su gran mayoría de depósitos de basura. El otro elemento es la falta de educación que debe estar acompañada de alternativas.
Poner la basura en su lugar es una acción loable de cada persona en el marco de establecer estándares de ciudadanía y de formación de valores para una sana convivencia, pero además de parte de los gobiernos municipales generar alternativas para la población al facilitar la instalación, en coordinación con el sector privado, de depósitos o contenedores de basura afuera de los establecimientos, e integrar al sector de transporte colectivo con sus respectivos bolsones internos para colocar la basura. Por último, al Gobierno Central que continúe poniendo la basura en su lugar, la población le seguirá agradeciendo.