Los salvadoreños tenemos una valiosa e importantísima oportunidad este 28 de febrero. Con nuestro voto, podemos decidir el rumbo de El Salvador mediante una nueva configuración de la Asamblea Legislativa. La nueva legislatura se debe dedicar a legislar para beneficio de las grandes mayorías y generar gobernabilidad para que el gobierno continúe profundizando los cambios que ya emprendió.
Los salvadoreños somos testigos de que la actual Asamblea Legislativa ha sido una piedra de tropiezo. Tanto ARENA como el FMLN se han dedicado a decir no a toda iniciativa del presidente de la república, Nayib Bukele, y de su equipo de gobierno. Hay muchos ejemplos de ello, pero quizá uno de los más emblemáticos es la oposición a todos los proyectos para enfrentar la COVID-19. Incluso jugaron con la vida de las personas al negarse a apoyar las medidas para frenar la pandemia que tanta muerte, dolor y luto sigue causando.
También han rechazado sistemáticamente el Plan Control Territorial que ha dado resultados sumamente positivos para la población. Los índices delincuenciales han bajado enormemente y de manera sorprendente; El Salvador registra 38 días con cero homicidios. Pero ARENA y el FMLN, que ven todo de forma electoral, no quieren apoyar a nuestros policías y soldados que están en primera línea en el combate a la delincuencia.
A lo anterior también se suma la oposición obtusa a préstamos y reorientaciones para que el Órgano Ejecutivo cuente con los fondos para continuar enfrentando la pandemia, la delincuencia y para mantener los programas sociales que tanto beneficio dan a la población, en especial a la más necesitada.
Oponerse solo por oponerse genera un clima no propicio a las inversiones y causa un ambiente desfavorable para la gobernabilidad. Por eso también es importante sacar a ARENA y al FMLN de la Asamblea Legislativa.
El pueblo debe echarlos de la Asamblea Legislativa, así como Jesús —según el relato en el evangelio según san Marcos, capítulo 11, versículos del 15 al 18— echó a los mercaderes del templo.
Estamos seguros de que así será el 28 de febrero. Eso se percibe y la gente lo expresa. Hay un cansancio por estos partidos políticos que ya no tienen nada nuevo y bueno que ofrecer. Se quedaron en el pasado y ahora se avergüenzan hasta de ellos mismos. Por eso ocultan sus banderas.
Hay optimismo y seguridad de que habrá una importante renovación de diputados. Habrá una nueva legislatura que trabajará por y para la gente. Los vientos que soplan son favorables para un mejor porvenir.