El fútbol es un deporte de equipo jugado entre dos conjuntos de once elementos cada uno y algunos árbitros que se ocupan de que las normas se cumplan correctamente. Es ampliamente considerado el deporte más popular del mundo, pues lo practican cerca de 270 millones de personas.
El fútbol, tan bonito y tan complejo, sobre todo en América —y ya no se diga en nuestro país—, levanta pasiones, enciende rivalidades, pero también es capaz de unir a un pueblo.
En El Salvador, en pleno conflicto armado, los combates se detuvieron cuando jugaba la selección que buscaba la clasificación a España 1982. Y si queremos ir más allá, podemos recordar que el fútbol detuvo una batalla entre ingleses y alemanes en 1914, en plena Primera Guerra Mundial.
El fútbol es el deporte que mueve a El Salvador, no podemos negarlo. Es el más popular y, en el papel, el que más fácil se practica, el que arrastra a las masas. Pero en nuestro país, el fútbol ya perdió el rumbo.
A todas luces ha quedado demostrado que en este deporte no se han canalizado las experiencias. Desde 1982, y con la excepción de lo sucedido en 2013, cuando la Azulita sub-20 clasificó al Mundial de Turquía, el fútbol ha ido de golpe en golpe, tanto a nivel deportivo como dirigencial. Para nadie es sorpresa lo que está pasando con la selección mayor o que una selección sub-23 caiga derrotada. Y tampoco para nadie es sorpresa que la afición se emocione o que reprenda cada vez que aparece una publicidad anunciando que juega la Selecta.
Desde que llegamos al Indes dijimos que le queríamos ofrecer una mano al fútbol. A todos los niveles. Por eso decidimos apoyar a las selecciones de fútbol playa, rescatarlas del abandono en el que estaban, organizando una eliminatoria regional (Cifco 2019) a los Juegos Mundiales de Playa, que les permitió a las guerreras y a los cangrejitos gozar de un estímulo económico digno y que sin fallar les hemos entregado mes a mes y hasta la fecha de hoy.
Por eso buscamos también la alianza con la Fundación LaLiga (España), para instaurar, bajo la sombrilla del Programa LaLiga, Valores y Oportunidad, por lo menos una escuela sociodeportiva de fútbol en cada municipio de nuestro país. Escuelas con 100 niños cada una, bajo la filosofía de una de las mejores ligas del mundo y en donde no solo buscamos a pequeños talentosos para el balompié, sino que queremos formarlos en valores, abriéndoles oportunidades para la vida. Eso sí: primero formamos a los monitores de fútbol, base en todo el país, evaluándolos y certificándolos, garantizando así su nivel de preparación.
Por eso también ofrecimos a la Fesfut visorías con todos los gastos pagados en otras partes del mundo, para que los cuerpos técnicos de las selecciones nacionales encontraran talentos para esos combinados. También pusimos a disposición los servicios diplomáticos y consulares para acelerar los procesos y que estos jugadores se pusieran la Azul lo más pronto posible.
Por eso también le ofrecimos a la gran familia del fútbol legalizar su situación, inscribiéndose ante el Indes para que todos sus miembros estuvieran protegidos ante cualquier irregularidad y estuvieran bajo las mismas reglas de juego. Hay que recordar que la ley está hecha para ser cumplida, cosa que hasta el mismo presidente de la FIFA, Gianni Infantino, reconoció cuando visitó el país a finales de 2019.
Por eso también hemos remozado y recuperado varias canchas de fútbol a escala nacional, ofrecimos apoyo a equipos de las diferentes ligas, incluyendo a la liga femenina, y también pusimos a disposición la organización de la Copa Indes.
Abrimos la puerta para que jugadores de fútbol playa militaran en un equipo profesional en Portugal. Esto gracias al convenio que antes habíamos firmado con Beach Soccer Worldwide (BSWW).
Por eso también hemos creado y estamos a punto de echar a andar la primera liga de fútbol playa. Y lo más reciente: hemos firmado un acuerdo con el Cádiz de España para ofrecerles a los chicos con talento excepcional que salgan de las 262 escuelas de fútbol una mejor preparación e incluso una oportunidad de jugar fuera de nuestro país.
A todo, prácticamente, nos dijeron que no. Hasta a la propuesta de traer a un seleccionador nacional de renombre. De una u otra forma fuimos rechazados. Y los argumentos fueron desde el ya trillado de que seríamos desconocidos hasta el más burdo como que desde la misma federación se puede legalizar y acreditar a cualquier entidad del fútbol, pasando incluso por encima de cualquier tribunal u orden administrativa.
En cada uno de los ofrecimientos que hicimos llevamos la legalidad por bandera. Nada está fuera de la ley. Nada. Hemos sido muy cuidadosos de respaldar adecuadamente cada paso que hemos dado. Yo, antes de ser presidente del Indes, soy presidente de la Federación Salvadoreña de Baloncesto y vicepresidente de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) en América. Entonces, soy más que consciente de la autonomía de las federaciones. Pero también soy consciente de que nadie es absoluto, y de que todos nos debemos a las leyes de nuestros países.
Es más: este recién pasado viernes, en un nuevo intento de echarle la mano al fútbol, me ofrecí como mediador del problema que asomó al inicio de semana cuando seis jugadores decidieron no atender la convocatoria de Carlos De los Cobos por desa-venencias con la dirigencia de la Fesfut.
Y es que una negociación con los seleccionados no puede terminar como terminó en esta ocasión. Sí, no es una nueva situación, ya ha pasado antes. Pero entonces, ¿hasta cuándo vamos a vivir con algo así? Con esto no digo que estoy del todo de acuerdo con los muchachos, pero estoy seguro de que hay muchas cosas más detrás de toda esta situación.
Me queda claro que con este actuar la selección nacional ha perdido todo valor, incluso el sentimental, el del orgullo. Me queda claro que el presidente vendió a sus jugadores porque ya sabía que ellos no participarían, y, como decimos aquí, quiso matar su chucho a tiempo. Incluso el entrenador, en conjunto con el presidente, encontró el mejor momento para adelantar la noticia de que la selección no clasificará a la siguiente fase. Aunque esperamos, de todo corazón, que sí lo logre.
Yo no creo que una intervención de la FIFA sea necesaria, pero sí una reingeniería en ese deporte. Creo que hay que iniciar por darle fortaleza administrativa, credibilidad y mejorar la imagen. La Fesfut debe abrirse, se debe construir un plan estratégico partiendo de un FODA que contemple la idiosincrasia de nuestro país y que no tenga un tiempo de ejecución menor de 15 a 20 años, trabajando en coordinación con los sectores productivos y gubernamentales del país sin perder su autonomía, uniendo los esfuerzos necesarios para fortalecerse como federación.
Es necesario involucrar a todos los miembros de la familia del fútbol que, hoy por hoy, están fuera de su estructura y que tienen todo el derecho a formar parte de ella.
Hay que trabajar en las bases, descentralizar el trabajo y profesionalizarlo con políticas acordes a estos tiempos, con orden, proveyendo de recursos y capacitaciones a todo nivel (administrativo, de entrenadores, árbitros, entre otros). Hay que crear el primer centro de futbolistas élite de nuestro país, de buen nivel deportivo para que compitan entre ellos y poder escoger a los mejores, con miras a exportar. Y mientras se generen estos frutos continuamente, considero que se debe repatriar a todos los hijos de salvadoreños que tengan un nivel excepcional para que refuercen nuestras selecciones nacionales. Es importante tener el mejor equipo posible de entrenadores con peso internacional en nuestras selecciones nacionales, en donde un grupo de entrenadores locales trabaje de la mano, aprenda, aplique y replique esos conocimientos. Por último y no menos importante: las ligas deben fortalecerse y trabajar como verdaderos clubes de fútbol y, por qué no, como clubes deportivos, estableciendo como principio un objetivo general que prima sobre los específicos en donde todos trabajen hacia ese mismo fin.
Por supuesto que la infraestructura deportiva, los gimnasios de musculación, la nutrición, medicina deportiva, entre otros aspectos, son necesarios, pero esto está inmerso en lo que anteriormente he comentado cuando hablo de profesionalización y del desarrollo de verdaderos clubes de fútbol.
No se trata de inventar nada. Solo se necesita un poco de buena voluntad. Y aunque nos sigan diciendo que no, vamos a seguir trabajando, al igual que con el resto de deportes, por descentralizar el fútbol, por llevarlo a todas partes. Y es que estamos seguros de que en el país hay talento. Por eso fuimos con nuestro programa LaLiga, Valores y Oportunidad el jueves pasado a San Fernando, Chalatenango, ciudad que está a 300 metros de la frontera con Honduras, en donde, después de cuatro horas de viaje, pudimos comprobar la emoción de los más pequeños y de sus papás al ver que alguien confía en ellos.