La reactivación económica es para que la economía logre niveles de funcionamiento, empleo y tasas de crecimiento de la producción que se han obtenido en el pasado. La economía salvadoreña ha venido teniendo una crisis económica estructural desde 1978, en que el modelo de funcionamiento de sustitución de importaciones despúes de lograr una tasa de crecimiento de 4.2 % perdió efectividad.
En el período 1981-1985 se intentó reactivar la economía utilizando el modelo económico socialcristiano (reforma agraria, reforma bancaria, reforma de la exportación de café en los años 1981-1986), sin resultados positivos.
En 1989 se comenzó a poner en práctica un modelo económico de funcionamiento neoliberal. Los resultados fueron positivos en los primeros ocho años. En 1997 se inició una etapa de bajas tasas de crecimiento económico, que ya dura 23 años.
En el período 2009-2019 se realizó un programa de reactivación económica fundamentado en el apoyo a la micro y pequeña empresa, con pocos resultados aceptables.
La COVID-19 y la necesidad de una cuarentena estricta generaron una crisis económica temporal; la iniciativa de la empresa privada y las medidas de mitigación económica realizadas por el gobierno permitieron el inicio de un proceso de reapertura de empresas en agosto; no obstante, el crecimiento económico disminuirá en 11 % en 2020.
Los problemas que hay que enfrentar con la estrategia de reactivación económica son de calidad, productividad, preferencia de los grandes capitalistas salvadoreños por invertir en el extranjero, la negativa de las empresas extranjeras a invertir en el país, el excesivo consumo de bienes importados, la poca mano de obra calificada para hacer uso de las nuevas tecnologías, el deterioro ambiental, las limitaciones de transporte y comunicaciones, pero también la corrupción, la concentración de la riqueza, el control territorial de las pandillas, la dolarización, la burocracia, el sistema impositivo injusto, el bajo gasto público, así como salarios y prestaciones laborales relativamente bajos.
La reactivación económica deberá tener como objetivos lograr un incremento significativo de la calidad, de la productividad, del consumo interno y de las exportaciones. El esfuerzo deberá concentrarse en la mediana empresa y en las pequeñas empresas que hubieren mostrado un dinamismo en su desempeño económico. Las acciones de reactivación económica serían los diagnósticos de plantas de producción específicas y de nuevos productos, el apoyo a los procesos de creación de nueva capacidad instalada o al mejoramiento de la misma, la creación de nuevas empresas, la capacitación acelerada de la mano de obra necesaria, penetración de mercados internacionales, disponibilidad de materia prima, los subsidios, las tasas de interés, el combate a la corrupción, continuar logrando el control territorial por el Estado y la disminución del tiempo para hacer trámites para las empresas.
Una condición para la reactivación económica es la iniciativa y el esfuerzo de los empresarios de mentalidad abierta a las innovaciones y de invertir en el país, la colaboración de una parte del sistema bancario salvadoreño, la participación coordinada de instituciones públicas como los ministerios de Economía, Agricultura, Defensa, Relaciones Exteriores y Educación, la Universidad de El Salvador y las universidades privadas que tengan un desarrollo significativo en las carreras relacionadas directamente con la producción de bienes y servicios, así como de instituciones autónomas como Proesa, CEL, CEPA y la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones.
La política de reactivación económica tendrá que ejecutarse en forma simultánea a la política de mitigación de los efectos económicos de la COVID-19 y de reapertura de las empresas. El programa de reactivación económica incluiría una evaluación técnica de los programas de innovación tecnológica que actualmente existen, especialmente los impulsados por el Ministerio de Economía y Agricultura para identificar sus fortalezas y debilidades; mejora de los programas de innovación tecnológica existentes; gestión del financiamiento de la primera etapa del programa de reactivación económica; inicio de la ejecución en 2022. Parte de los proyectos de reactivación económica son los de la administración pública, tales como los de agua potable, energía renovable, obras públicas, ferrocarril y aeropuerto. Para estos proyectos posiblemente ya se contará con el estudio de factibilidad a mediados del próximo año.
El principal problema de la reactivación económica será el cambio de patrones de comercio internacional como consecuencia de la pandemia.
En la medida que el programa de mitigación de los efectos económicos de la pandemia y la primera etapa de la reactivación económica den los resultados esperados, es probable obtener tasas de crecimiento económico de 4 % o más en 2022.