La última encuesta de CID-Gallup revela que el presidente Nayib Bukele tiene el respaldo del 87 % de los salvadoreños, quienes aprueban su gestión tras ya un poco más de dos años al frente del Gobierno.
Otro dato muy revelador sobre el impresionante fenómeno político que es el presidente Bukele es que el 80 % de los entrevistados por CID-Gallup manifiesta que está orgulloso de tener a Bukele como su jefe de Estado. El gerente general de la casa encuestadora, Luis Haug, aseguró durante una entrevista en Frente a Frente, de la Telecorporación Salvadoreña (TCS), que Bukele incluso ha mejorado sus números con el paso del tiempo. Recordó que ganó la presidencia de la república con el 53 % de los votos, pero el apoyo a su gestión no ha hecho más que subir con el paso de los meses y años. «El presidente Bukele tiene una opinión bastante positiva: casi nueve de cada 10 personas opinan bien de él», señaló Haug.
Esta excelente percepción sobre el presidente Bukele no es gratuita. El 82 % de los encuestados sostiene que el mandatario cumple sus promesas. Eso es muy importante en la política. El Salvador tiene una triste historia de 30 años de promesas incumplidas o de decepciones monumentales, de paladines de la justicia social devenidos en prófugos de la justicia por embolsarse millones de dólares de los fondos públicos. El último caso es el del «albañil del pueblo», «padre de la transparencia» y defenestrado candidato presidencial del FMLN, el exministro de Obras Públicas Gerson Martínez, que huyó del país para evadir la justicia y se refugió en México.
Sobre Bukele, dice la misma encuesta, el 45 % opina que gobierna «para todos» y un 38 % considera que lo hace «para los más pobres». Apenas un 7 % considera que trabaja para «los ricos», lo cual demuestra el fundamental cambio de percepción sobre los grupos de interés del mandatario. En el pasado, los gobernantes de ARENA y del FMLN obedecían a sus financistas y se olvidaban del pueblo.
Esa desconexión con la gente ha provocado que ARENA y el FMLN estén en vías de extinción. En el sondeo de CID-Gallup aparecen con un 4 % y 3 % de respaldo, respectivamente. Su sumisión a los grupos de poder fáctico los lleva a cometer acciones tan absurdas como no votar a favor de los proyectos de Mi Nueva Escuela, a pesar del beneficio que supondrá para los niños de las familias más pobres del país.