Seis décadas se escriben fácil y se leen rápido. Pero son toda una vida de creaciones y trabajo arduo esculpiendo, imaginando y plasmando.
Por 60 años, Rubén Martínez Bulnes ha creado obras arquitectónicas en hierro, cemento, vitrales; ha moldeado metales, ha levantado templos, ha escrito poesía. Es un «artista de las bellas artes», como se describe a sí mismo.
Algunos, sin saberlo, otros con conocimiento, pero la gran mayoría ha disfrutado y admirado las obras que el artista ha dejado en varios puntos del país.
Desde lo simbólico que ha sido y es cada día «La justicia», en el monumento a La Constitución, la famosa Chulona, lo imponente y referencial de «El Cristo de la Paz» hasta el solemne y tremendamente hermoso arte de la luz entrando por los vitrales de la iglesia El Rosario, además del viacrucis de hierro forjado en el interior del templo, una estructura única entre las iglesias de Latinoamérica, todo en conjunto hace de sus obras un admirable e invaluable legado al patrimonio del país.
El año en que la historia escribió un capítulo de reconocimientos para el maestro Martínez fue en 2019, cuando recibió el Premio Nacional de Cultura.
El laurel es el más alto y de relevancia para los artistas nacionales.
Su galardón fue en la categoría de artes visuales y técnicas escultóricas, y llegó a manos del maestro a la edad de 90 años, tras una carrera prolífica y proba.
Sus obras han exaltado el nombre de El Salvador y elevaron el monumentalismo a niveles que pocos podrían decir en el siglo XX y el siglo XXI.
Como él mismo se reconoce, fue un artista «adelantado a su tiempo», con un universo en su mente plasmado de poco a poco en el hierro forjado, su material predilecto.
El tiempo ha sido bondadoso y a la edad de 90 años le llegó lo que para él ha sido el reconocimiento que siempre esperó.
«Si me hubiera muerto a los 80 años, no habría visto nada de esto, no habría recibido el premio», comenta Rubén sin reclamos ni glorias.
Con un portafolio de 185 esculturas, 23 obras para monumentos y plazas, 14 sagrarios, esculturas móviles y varios cuadros, el maestro Martínez ha logrado otro de sus grandes anhelos: ser querido en el país y más allá.
En la región también están sus obras: en el Banco Central de Reserva de Guatemala está una pieza de 1.8 metros en hierro forjado bajo el nombre de «Danza N.º 1», o en Costa Rica, donde está el Cristo Resucitado y la Virgen de Fátima, en 6 metros y 2.4 metros, respectivamente.
Ambas obras están en la iglesia de Fátima, catalogada como un ejemplo de la «arquitectura moderna».
El maestro Rubén, como muchos lo llaman, esperó con paciencia y sin dejar de trabajar por los más altos reconocimientos, pese a que sufrió las burlas de sus colegas con creaciones que hoy son consideradas como las más bellas. Sufrió, sobre todo, por el vanguardista diseño de la iglesia El Rosario, construida en 1971, frente a la Plaza Libertad.
Él no habla de inspiración sino de ideas y del trabajo «de la mente a la mano», de los dones y la «ayuda de Dios», que es quien lo llevó a crear su obra, a hacer de su propia vida un monumento imposible de ocultar, al igual que el hierro forjado o un vitral iluminado que distinguen su arte.
En esta edición, «Diario El Salvador» rinde homenaje a este artista de Dios, al monumentalista y obrero del hierro.
UN CABALLERO PARA EL PAPA
Don Rubén Martínez Bulnes no solo ha trascendido en las artes y la arquitectura, sino también en la Iglesia católica, llegando hasta el papa Francisco, por la belleza y espiritualidad que plasmó en obras insignes de carácter religioso, sobre todo por la obra culmen para la fe: la iglesia El Rosario.
Este templo por décadas ha mantenido maravillado al mundo y cada vez que un visitante lo contempla no puede más que admirar la belleza; es un golpe directo a todos los sentidos del ser humano, sea religioso o laico, ya que la iglesia con cada detalle conforma una verdadera obra.
Por eso, el 26 de noviembre de 2020, en una ceremonia pequeña a causa de los protocolos por la COVID-19, el nuncio apostólico de El Salvador otorgó la Orden Pontificia de San Silvestre Papa en el grado de Caballero a Rubén.
La orden viene del máximo líder de la iglesia, el papa Francisco. Y aunque en El Salvador Rubén no es el primero en recibirla, sin duda es por sus méritos artísticos decantados a las obras sacras. La orden fue entregada por el nuncio monseñor Santo Rocco Gangemi, quien en su discurso admiró la obra y el arte del maestro salvadoreño.
«Estoy profundamente convencido de que las obras del maestro Rubén encienden en nosotros esta chispa de fascinación que nos permiten, cristianos o no, creyentes o no, frente a una obra religiosa o laica, de dejarnos iluminar por estos rayos de inmensidad, espiritualidad y de divinidad que manan de ellas», expresó Gangemi.