Salir a flote con sus negocios después de una pandemia por la COVID-19 no ha sido fácil para la empresaria salvadoreña Silvia Vásquez, residente en Manassas, Virginia, Estados Unidos, pero nada se compara a la «horrible situación» a la que se enfrenta con una inflación de 9.1 % interanual en el país, la mayor en 40 años.
Vásquez es propietaria de una gasolinera y un local donde ofrece a sus clientes diferentes productos, comida casera y también ha instalado máquinas de envío de remesas y juegos mecánicos; todas estas actividades comerciales le han ayudado para sobrevivir con las finanzas de sus negocios desde hace cuatro meses.
En Manassas, el galón de gasolina regular llegó a los $4.99 desde hace cuatro meses, un precio que desde hace muchos años no se había elevado como actualmente, dijo.
La salvadoreña comentó que regularmente por la compra de una pipa de combustible cancelaba menos de $20,000, pero que debido a la inflación, ha tenido que sacar dinero extra de sus demás actividades para recolectar los $50,000 que ahora se requieren.
«Se imagina lo difícil que es para un latino reunir ese monto y hacer un pedido que debe ser cancelado en tres días», señaló la salvadoreña originaria de Ilobasco, Cabañas y madre de cuatro niños.
Según la empresaria, los $50,000 los ha reunido gracias al mecanismo de compra de sus clientes, pues los que liquidan el galón de gasolina con tarjeta de crédito le contribuyen a tener su propio récord y lo demás, lo repone con su propio efectivo. Su proveedor de gasolina en Virginia es Quarles Petroleum Incorporated.
Además, ha sido testigo de que muchos trabajadores de la localidad han dejado sus vehículos parqueados y han decidido trasladarse con algún compañero de trabajo para economizar, lo que le ha implicado al menos un 20 % en la reducción de sus clientes.
En su negocio, el plato de comida que se vendía a $10.99 se vio forzada a subirlo a $2 más «de un día para otro» para lograr ganancias, ya que la orden de compra de los productos comestibles como las carnes por los que pagaba $1,000 las dos veces a la semana, subió a $2,600.
El servicio de envíos de remesas también bajó un 40 %. «La gente ha tenido que reducir las remesas para poder pagar sus gastos aquí», explicó.
Aunque no lo parezca, las máquinas tipo casino que están instaladas en el local son las que le han apoyado a mantener el negocio, aseguró, «porque la gente viene, gana y utiliza ese dinero para cancelar sus deudas», manifestó. Sumado a ello, la salvadoreña tiene que cancelar cada mes cerca de $17,000 del alquiler por el terreno donde está el negocio.
«Aconsejo a los latinos a cuidar su crédito y si no tienen que lo hagan, porque estos momentos sirven.Tienen que aprender a jugar con el dinero, tenemos que ir viendo cuál es la prioridad y después reponer», expresó.
«En los negocios a veces se está arriba y otras veces abajo, pero solo llega al final el que persevera y no parar de trabajar», dijo.