La historia de nuestros municipios es de gran importancia comentarla a nuestras nuevas generaciones como un legado que despierta la imaginación del progreso en el tiempo. Es importante recordar los períodos de bonanza o los de sobrevivencia de situaciones difíciles, como los vividos por los desastres naturales o las situaciones sociales que nos han enseñado a ser una población resiliente.
Sistematizar los hechos históricos y asociarlos a las experiencias de vida facilitarán a las nuevas generaciones no volver a experimentar situaciones que han marcado a nuestra sociedad y lo vulnerables que podemos ser si olvidamos el pasado.
Recordemos de dónde venimos en este corto viaje en el tiempo. Iniciamos por 1841, con la existencia de una aldea del valle del Gramal, en la jurisdicción de Tecapán. En un corto tiempo, El Gramal y Tecapán formaron uno de los cantones electorales del país. Para 1865 ingresó al departamento de Usulután, y el 4 de febrero de 1867, al distrito de Jucuapa.
El 7 de marzo de 1874 fue fundado un pueblo con el nombre de Santiago de María. La historia nos cuenta que el nombre se debió a la unión de los nombres del presidente Santiago González Portillo y el de su esposa, María.
En esta época el cultivo del café cobraba auge en nuestro país, en lo que se convertiría con la famosa frase en el grano de oro; El Gramal o Santiago de María fue una localidad de gran referencia de progreso, gracias a la industria del café.
Este auge del café, el clima y el potencial de la tierra llamaron el interés de muchas familias extranjeras en invertir y radicarse en esa próspera localidad.
De las primeras situaciones difíciles que se vivieron, según historiadores, el 2 de octubre de 1890 sucedió en esta localidad un terremoto que provocó un derrumbe en el cerro El Tigre.
El 17 de marzo de 1893 obtuvo el título de villa, y ese mismo año fue elegido cabecera del distrito de Alegría, que para 1948 cambió su nombre a Santiago de María.
Retomando la prosperidad del café, la localidad resultó ascendida a ciudad el 27 de abril de 1896.
Al inicio del siglo XX, la prosperidad de nuestro municipio llamó la atención de muchas personas, por los empleos de temporada que generaba el cultivo del café, y de octubre a febrero hospedaba a muchas personas que venían a ejercer la actividad laboral de la corta de café. Esto representaría convertirse en una ciudad de muchos mesones, que albergaban a los trabajadores. La ciudad se convirtió en un referente de la zona norte del departamento de Usulután.
Para 1980, la ciudad alcanzó un auge económico, pero la situación cambió con la caída de los precios del café y el cambio del tipo de cultivo en las clases de plantas.
Además, los cambios en la política y las desigualdades sociales generaron la guerra civil salvadoreña, y esta situación provocó la migración de muchos de los habitantes, con una inestabilidad en la población por los riesgos que representaba la situación del conflicto
Otros desafíos fueron los provocados por los terremotos de 2001, dañando la infraestructura de la ciudad. La situación social provocó la inseguridad.
En referencia a estos momentos que estamos viviendo, y por la pandemia por la COVID-19, podemos observar lo vulnerables que somos, por el deceso de muchas personas de nuestras familias, importante trabajar para ser un municipio resiliente.
La reflexión está enfocada a la unidad, en vías de trabajar por un municipio resiliente, que se logra cuando su población, gobierno local, las instituciones públicas y privadas comprenden los peligros y crean una base de información local, sobre amenazas y riesgos. Es de gran importancia planificar e implementar acciones en función de dar condiciones a la población en situaciones de emergencia o vulnerabilidad, como la que estamos viviendo en la actualidad.
Con base en la experiencia histórica, se debe elaborar un plan de emergencia local y que la población se empodere de él, sensibilizar a los líderes y lideresas de las comunidades sobre la organización comunitaria y planes de acción a través de las unidades sociales.
Los actores locales y la municipalidad son la base más importante para generar las capacidades y herramientas técnicas para la implementación de políticas, planes y estrategias que ayuden a la construcción de resiliencia en las comunidades.
«Ser solidarios nos ayuda en la desesperanza y nos hace ver que la vida tiene sentido; cuando nos unimos en comunidad y somos corresponsables, nos facilita salir de los momentos más difíciles que podemos experimentar en la vida».