El mundo está viendo con profunda preocupación que el caos se ha apoderado de las principales ciudades de Ecuador. Después de que el presidente Daniel Noboa declaró estado de excepción e impuso toque de queda entre las 11 de la noche y las 5 de la mañana para tomar el control de las cárceles, los grupos criminales que operan en el país desataron una ola de violencia, vandalismo y asesinatos.
El estado de excepción surgió después de que un conocido cabecilla del crimen organizado se fugó de una de las prisiones, lo que generó una serie de motines en varias prisiones del país. Para imponer el orden se decretó el toque de queda y el resto de las restricciones.
De ese modo, las Fuerzas Armadas ingresaron a las cárceles para tomar el control del sistema penitenciario. En algunos lugares tuvieron éxito, pero en otros los criminales tomaron el control de los reclusorios e incluso tienen a los guardias de las prisiones como rehenes. Es más, circulan videos en redes sociales con la ejecución de uno de estos custodios.
Los grupos delincuenciales han incendiado vehículos, suspendieron una transmisión en vivo de un canal de televisión de Guayaquil para amenazar al Gobierno, y mostraron dinamita, granadas y otras armas. Otros más han incendiado vehículos y se han enfrentado con las fuerzas de seguridad en diferentes puntos del país, incluyendo una terminal de autobuses. Por las redes sociales circulan videos en los que los criminales retan abiertamente al presidente Noboa.
En respuesta, el mandatario ecuatoriano decretó conflicto armado interno debido al caos generalizado e instruyó a las Fuerzas Armadas que operen militarmente en contra de una serie de bandas criminales y narcotraficantes.
Mientras eso sucede, en El Salvador se aprueba una 22.ª prórroga del régimen de excepción. Las exitosas medidas de seguridad impulsadas por el presidente Nayib Bukele han logrado el completo control de las cárceles del país, quitando a los delincuentes los privilegios que ARENA y el FMLN les concedieron.
Ha sido un camino difícil, pero ha dado frutos. La contundencia de la actuación de la Policía Nacional Civil, la Fuerza Armada, el depurado Órgano Judicial, una renovada Fiscalía y una Asamblea Legislativa comprometida con el pueblo ha permitido que ahora El Salvador sea el país más seguro de América Latina.
Se ha requerido mucha perseverancia, coordinación interinstitucional y, sobre todo, valentía y determinación. No es algo de un día para otro. O, como dice el presidente Bukele, «no es soplar y hacer botellas».