La docencia es el camino para formar profesionales. El 22 de junio es dedicado a los maestros salvadoreños, y es más que merecido debido a que ejercen una enorme responsabilidad dentro de las aulas. Esta tarea implica formar intelectual y moralmente con principios y valores a nuestra primera infancia, niñez, adolescencia, jóvenes y adultos, lo cual es una labor que está más allá de cualquier remuneración económica y que se supera con el reconocimiento social.
Esta profesión se mantiene en continua evolución y en total actualización e innovación tecnológica, es decir, que todo educador tiene que estar apegado a las transformaciones pedagógicas y didácticas de la educación; asimismo, debe fomentar el interés para participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje significativo con la vida, dando sus aportes en todos los niveles educativos.
El maestro es crítico, reflexivo, pero sobre todo investigador, que media en el proceso de enseñanza-aprendizaje para dar saltos de calidad en la sociedad en términos educativos, desde un enfoque holístico, con énfasis en lo sociopedagógico, socioafectivo y psicomotor del estudiante.
Es importante que en la actualidad los docentes desarrollen destrezas y habilidades adquiridas en su formación académica, técnica y científica, y logren desarrollarse como excelentes profesionales competentes, con sabiduría. Como expertos deben hacer de su profesión una pasión, entregarse totalmente al trabajo educativo practicando la armonía, la convivencia, la simpatía y empatía, para establecer valores en el desempeño de su empleo; asimismo, deben mantener y desarrollar la capacidad de asombro, y ser un sujeto histórico social erguido y abierto a aprender cada día.
El maestro ha desarrollado un humanismo crítico en su formación continua, lo cual hace que sea potencialmente dedicado en su labor, desempeñando un rol social en el trabajo, y así desarrolla la autosuperación personal. En ese sentido, el docente debe tener conciencia social y debe ejercer sus actividades especializadas dentro de todo su trabajo como educador y apoyar en lo que le soliciten. Todo ello se logra por el esfuerzo y la dedicación en la práctica profesional y la formación idónea.
En efecto, el maestro tiene una honorabilidad y capacidad intelectual tanto dentro de su lugar de trabajo como fuera de este, con un servicio hacia los demás dentro de su naturaleza y con disciplina profesional, que se preocupe por el desarrollo del conocimiento científico, enriqueciéndose de su profesión, especializándose y profundizando en su teoría y práctica, logrando dar todo a sus estudiantes aplicando las herramientas tecnológicas en la educación.