Apocos días de las elecciones legislativas y municipales, la coyuntura política de nuestro país gira en torno a un evidente cambio radical de configuración aritmética de los gobiernos municipales y los escaños en la Asamblea Legislativa.
Es interesante la ineficaz estrategia política de una oposición que ante la inminente derrota que se les avecina en las urnas, recurren a desatinados ataques a obras que beneficiarán a todos los salvadoreños.
Recientemente, el presidente Nayib Bukele habilitó el «by-pass» del puerto de La Libertad, una obra inconclusa del Gobierno del FMLN. Los ataques desde los efemelenistas agenciándose la obra hasta de algunos «analistas políticos de derecha» diciendo que extrañan el Gobierno del expresidente Salvador Sánchez Cerén.
Esto solamente evidencia que es algo prácticamente personal sus ataques al actual Gobierno, es decir que ya no se parte de un análisis real de las políticas gubernamentales actuales, sino de una frustración que sus amigos, familiares o ellos no estén en el poder ni controlando el aparataje estatal.
La oposición política actual se encuentra en una enorme decadencia; los supuestos «intelectuales» que dicen defender la democracia despotrican contra el presidente Bukele llamándolo engendro, encarnación de Calígula, comparándolo con Hitler, entre otros improperios que solamente denotan su soberbia y frustración.
Sabemos que ningún Gobierno será perfecto, pero si perfectible. Tuvimos 30 años entre gobiernos de ARENA y el FMLN, y nuestro país sufrió saqueos, despilfarros, engaños y una colosal corrupción; la inversión social quedó en el olvido.
Por ello la indignación hacia sus críticas al Gobierno es enorme, partidos políticos que poseen exfuncionarios presos y condenados por corrupción, prófugos de la justicia, exfuncionarios que negociaron con las pandillas. Es una gama de ilícitos que han incidido considerablemente para mermar el apoyo de los salvadoreños.
ARENA, PDC, PCN, FMLN se han convertido en símbolos de la corrupción, donde los últimos meses se han fusionado en un solo bloque para buscar deslegitimar ante los salvadoreños y ante la comunidad internacional todas las acciones gubernamentales.
En las filas de estos institutos políticos se encuentran personas que llevan más de una década como diputados, personas con largos años que en el pasado dirigieron instituciones públicas, y otros se convirtieron en asesores de sus facciones partidarias.
Ahora que ya no son Gobierno, muchos de estos personajes critican absolutamente todo; será la edad, la falta de capacidad intelectual, demasiada soberbia o todos estos elementos combinados los que han hecho que en 2021 indudablemente será el ocaso de esta generación de políticos.
Personas que cuando pudieron trabajar para el desarrollo del país demostraron que no les interesa la gente y se beneficiaron solamente ellos mismos, sus allegados y familiares. Algo totalmente abyecto; acciones despreciables que ahora ya no pueden revertir para sobrevivir políticamente.
Los que hablan de sumisión al presidente, los que acusan a los actuales candidatos de Nuevas Ideas y a los que votarán por ellos de pocos pensantes, de no poseer las competencias y las credenciales necesarias para ocupar cargos gubernamentales preguntémonos, ¿cuál es la referencia para denominarlos así?
¿Por qué se sienten siempre superiores, si cuando ellos gobernaron y ocuparon cargos públicos dejaron a nuestro país en lúgubres condiciones? Eso de autopercibirse como los buenos, los probos, los incólumes es vanagloriarse de algo que carecen.