Carl Gustav Jung solía decir: «Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma». Esta es una verdad profunda, y el ser humano suele apartarse de ella cayendo continuamente en un mar de sometimientos a aquello que niega constantemente. En el gran mundo de la filosofía, solemos decir que solo puede liberarse el hombre y la mujer en la medida que conozcan y acepten su realidad interna, y sepan brillar con luz propia y no dejen esa responsabilidad a nadie más.
Todo lo que se le da autoridad, toma control en la vida; por ello, es importante reconocer aquellos aspectos que, aunque sean importantes, no son necesarios en este momento, pues se les está dando el poder de controlar circunstancias, emociones y pensamientos que a la larga suelen fastidiar la cotidianidad y, por ende, la paz interna. No se logra pasar de la autoesclavitud a la emancipación interior, es decir, no se logra ser señor o señora de sí mismo.
De tal suerte, que en la vida se debe tener claridad sobre lo que se piensa, se siente, se dice y se hace; solo así se conoce y se vuelve amante uno, de uno mismo. La vida es un soneto desentonado y la solfa solo se puede aplicar en la medida que uno se compromete con la estabilidad de la misma. Al final hay que recordar que nadie ha venido a este mundo a darte felicidad, esa es tu responsabilidad y cuando la pones en manos de otros, suelen desilusionarte por poner algo tan íntimo en manos de quien no se debe.
Así como no se puede confundir al creador con lo creado, tampoco se puede ni se debe considerar por encima de uno mismo a alguien más o a algo más. No hablo de individualismo, sino de poder ser antes de hacer. La sociedad siempre te ha tratado de influenciar en tantos aspectos de tu vida que llega el momento donde ya no sabes quién eres tú o lo que la sociedad ha hecho de ti; por eso, es momento de desembarazarte de tal circunstancia y comenzar tu propio camino y tu propio destino.
Pues bien, todo límite o atadura que se tiene en la vida es consecuencia de no observar atentamente, de no aceptar quién se es, qué se es y qué se hace. Por ello, no se logra avanzar y se suele sentir por momentos como si se estuviera estancado. Una oscuridad total. La noche oscura del alma, como se suele decir en palabras del misticismo cristiano. Pero se debe también recordar lo mismo establecido por los místicos de oriente: mientras más oscura es la noche, más brillan las estrellas.
Es tiempo ya de la transformación, de brillar, de dejar de ser víctima de profesión y pasar a ser responsable de la propia vida. Si no hay un real compromiso con la propia existencia, seguirá siendo la vida un pasar, un hacer, sin sentido, adquiriendo cosas, pasando por personas y no alcanzando un verdadero signo de profecía, crecimiento y evolución. Toma las riendas de tu vida, sabiendo quién eres, siendo consciente de lo que anhelas y poniendo los medios a disposición para ser feliz; a fin de cuentas, como dije con anterioridad, nadie más ha nacido para hacerte feliz, ese es tu trabajo, tu responsabilidad, tu arquitectura.