En Afganistán hay pocas cosas seguras: los ejércitos van y vienen, los gobiernos emergen y caen. Pero si existe algo fiable en este país es que, al girar la llave de contacto de un Toyota Corolla, su motor responderá.
Este modelo japonés no es el vehículo más glamuroso, pero es fiable y se considera el coche más popular del mundo, con hasta 50 millones de unidades producidas desde 1966.
Robusto, sencillo y asequible, el Corolla está perfectamente adaptado a un país donde las carreteras se convierten en sendas abruptas, las reparaciones dependen de irregulares cadenas de suministros y décadas de penurias han llevado a una mentalidad de «valerse por uno mismo».
«Estos coches siempre han estado para la gente», asegura el mecánico Mohammad Aman. «Si trabajas con estos coches, te pueden llevar a cualquier lugar».
«El Corolla es rápido, su carrocería es dura, funcionan bien», dice este hombre de 50 años a la AFP. Otros modelos «son endebles como el papel», asegura.
En Afganistán, los Corolla están por todos lados.
Flotas enteras de este coche se venden en aparcamientos vigilados por oxidados vehículos militares soviéticos. Destartalados taxis de este modelo pasan junto a humvees inmovilizados desde la retirada de las fuerzas estadounidenses en 2021.
Incluso al trepar una montaña en un poderoso todoterreno, puedes verte adelantado por un intrépido conductor al volante de un Corolla.
Es tan popular que se ha hecho un lugar en el vocabulario popular: «Beautiful Corolla» (bonito Corolla) se ha convertido en un eufemismo para los agobiantes atascos en Kabul.
Parte de la historia
Los Corolla inundaron Afganistán tras la retirada de las tropas soviéticas en 1989 y han formado parte desde entonces de la historia del país.
Cuando Estados Unidos lanzó sus bombardeos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el fundador de los talibanes, el Mulá Omar, huyó de Kandahar en un Corolla blanco.
El vehículo se enterró en 2001, pero fue recuperado hace un año «todavía en buen estado», dijo un portavoz del gobierno, que planea exponerlo públicamente «como un gran monumento histórico».
Barato y fácilmente camuflable entre el resto de vehículos, el Corolla también fue habitualmente la elección de los insurgentes talibanes para realizar ataques bomba.
Y en 2022, cuando Estados Unidos ya se había retirado, los talibanes en el poder presentaron como un símbolo de progreso un nuevo coche deportivo diseñado en Afganistán.
Pero detrás de su reluciente y aerodinámico exterior se escondía la mecánica de un modesto Corolla.