Hace tres años, Nayib Bukele tomó posesión de la presidencia de la república, con lo que dio por iniciada la posguerra y puso fin a décadas de gobiernos corruptos de ARENA y del FMLN.
El fin de la perversa simbiosis entre los que se presentaban como enemigos ideológicos, pero que en realidad habían creado un sistema político que convivía con el crimen y se beneficiaba de él supuso un enorme reto que conjuró a los poderosos financistas de los viejos partidos y a sus aliados internacionales, deseosos por volver las cosas a su estado anterior.
Sin embargo, del lado de las transformaciones impulsadas por el presidente Bukele está el pueblo salvadoreño, que mantiene un respaldo impresionante que varía según la casa encuestadora (algunas tratan de bajar la nota de aprobación, otras le restan de manera arbitraria y unas más ni siquiera publican sus estudios o no los hacen, frustradas por no reflejar sus deseos), pero que invariablemente supera el 80 %, una cifra sin precedentes no solo en el país, sino en todo el continente.
Después de tres años, que un gobierno mantenga altas tasas de aprobación solo se explica porque ha cumplido sus promesas o, como en el caso de la administración Bukele, las ha excedido.
El año pasado, por ejemplo, por primera vez en la historia hubo un crecimiento económico de dos cifras y las perspectivas para este año también son halagadoras, lo que multiplica las inversiones privadas, atraídas, además, por las innegables mejoras en seguridad pública.
Con el régimen de excepción, más de 35,000 pandilleros han sido detenidos y las comunidades recuperaron su tranquilidad.
En salud, la red hospitalaria creció en medio de la pandemia y nos volvimos referentes internacionales por el manejo del coronavirus, con las tasas de contagios y fallecidos más bajas de la región, además de una masiva vacunación que incluyó a extranjeros y permitió llevar apoyo a municipios de otras naciones.
En educación también se está cerrando la brecha digital y los niños y jóvenes tienen herramientas tecnológicas como nunca. Asimismo, hay en marcha grandes obras viales para mejorar la red de carreteras del país.
Son los primeros tres años del Gobierno del presidente Bukele y el saldo sigue siendo positivo. El camino está claro y trazado, y el pueblo salvadoreño está decidido a continuar con las transformaciones.