A todo los seres humanos nos gusta rodearnos de personas que queremos, nos hacen sentir bien las personas que nos escuchan, aprecian y aman, consideramos que nos hacen mejores, pero ¿cuál es el motivo por el que se alejan? Fácil: por el trato que reciben de nosotros y por nuestra forma de comportarnos.
Según Sigmund Freud, la instancia psíquica en la cual se reconoce el yo es el ego; bajo ciertos niveles y contextos es saludable, pero cuando es excesivo se convierte en algo dañino para nuestras relaciones personales. Conozco una persona que con cierta frecuencia comparte su opinión sobre diferentes temas relacionados con la conducta humana. Nos tenemos la suficiente confianza como para tomar la iniciativa de escribirle en privado o hacer una llamada telefónica para hacer observaciones de su comentario, darle mi opinión y tener una conversación un poco más larga sobre el tema. Ambos crecemos como persona en este tipo de situaciones. Pero existen personas que consideran que no hay otra opinión o comentario válido más que el de ellos, por lo que buscan que su opinión se posicione sobre la de los demás, y si es necesario pisotear a las personas que no están de acuerdo; eso no es más que la protección excesiva del yo, o en otras palabras, es un ego alterado.
Algo que considero importante en una persona es su autenticidad, lo genuina que es la conducta de esa persona; hay que valorar también a las personas que no simpatizan con nosotros y nos guardan distancia, porque cuando alguien finge aprecio, respeto o amistad es hipocresía. He coincidido con diferentes tipos de personas con esta conducta, en áreas laborales y círculos sociales. Con quienes he compartido en algún área laboral a mis espaldas me han puesto como su chivo expiatorio, o han presentado mi trabajo como que lo hicieron ellos mismos, en otros círculos sociales solo me han querido cerca para asesorarse sobre diferentes temáticas para su beneficio. Sé que muchos de ustedes conocen a estas personas y lo primero que hemos hecho es guardar distancia.
Creo que con la mayoría de las personas que leen esta columna coincidiremos en que el exceso en cualquier cosa es malo. Recientemente tuve una situación en la que una persona sin la capacidad de controlar su adicción a las bebidas alcohólicas me impedía bajar de mi vehículo; por fortuna estaba en una zona segura. Esa persona empezó tratando de intimidarme, al igual que a mi esposa y mi hijo, que estaban en el vehículo conmigo, quiso ver qué cosas transportaba. Llamé a la Policía, que en unos pocos minutos se hizo presente y todo terminó sin inconvenientes. Las personas que consumen de forma reiterada alcohol son incapaces de cumplir obligaciones importantes, les provoca problemas de comportamiento y cambios mentales, como comportamiento inadecuado, estado de ánimo inestable, falta de juicio, problemas de atención y falta de coordinación.
Es importante evaluarnos, saber que una de estas tres conductas puede provocar que las personas que apreciamos se alejen. Cada uno debe aprender a conocerse, pedir ayuda si es necesario y dejarse ayudar.