Por muchas décadas, como salvadoreños llegamos a sentirnos orgullosos de tener el mejor estadio de Centroamérica, por lo menos mediáticamente así se conoció, y es en referencia al conocido estadio Cuscatlán. En ese escenario se han escrito muchas historias deportivas, tantos campeonatos, tantas dichas, victorias y derrotas deportivas.
El estadio Cuscatlán es privado. Fue inaugurado en 1976 y puede albergar 53,400 personas. Se dice que es uno de los más grandes de la región, aunque ha sufrido varias modificaciones, entre las que se mencionan las de 1997, 2007, 2008 y 2015 con el cambio de colores; y lo último, con la instalación de una pantalla led 4 K y 54 nuevas luminarias de haluro metal y un sistema de riego automatizado.
Es conocido como el Coloso de Monserrat, por su proximidad y ubicación en esta área de la zona sur de San Salvador.
Se ha considerado como equipos locales a Atlético Marte y Alianza F. C., y en dicho estadio se han escenificado diferentes justas deportivas, como la Liga Pepsi, la Copa de Naciones UNCAF 1995- 2007, las eliminatorias Uncaf premundial Sub-20 2014, los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2002, la Concacaf Liga de Campeones, la Liga Concacaf, la clasificación de Concacaf para la Copa Mundial de Futbol, eventos multideportivos y diversos conciertos y actos religiosos.
Hasta acá una descripción de un majestuoso escenario deportivo que por varias décadas nos hizo sentir orgullosos como salvadoreños, aunque se aclara que es una iniciativa privada, y qué bien por ello. Lamentablemente, en la última final de fútbol protagonizada por C. D. FAS y Jocoro, a criterio de miles de aficionados, quedó un mal sabor de boca, pues se dice que a última hora los dueños del estadio cambiaron las reglas del juego, es decir, al percatarse de la euforia que se percibía en el ambiente por la llegada de miles de aficionados de C. D. FAS, procedentes de varios puntos del país pero principalmente de la ciudad de Santa Ana, se dio un aprovechamiento por parte de dichos señores, pues elevaron los costos por el alquiler de las instalaciones a pocos días de la realización del partido, lo cual se entendió como una mala jugada por los propietarios del escenario deportivo. No vengo en este caso a defender o a atacar a ningún equipo de fútbol, vengo a servir de portavoz de gente humilde, muchos que por amor a los colores de los equipos que llegaron a la final pagaron los precios que allí se cobraron. Y repito una vez más: la iniciativa privada o la inversión privada se entiende que es para generar ganancias, lo cual es válido, partiendo de que vivimos en un sistema capitalista. Lo que se censura es el aprovechamiento inmoral que se hizo al elevar los costos del arrendamiento del escenario deportivo horas antes de la gran final. Fue necesario entrar a negociar con los comerciantes y los equipos de fútbol ya mencionados a efectos de no poner en riesgo un evento ya programado.
Es importante también aclarar que días antes del evento deportivo se había ocupado el estadio para presentación de artistas internacionales, lo que dejó el engramillado no apto para el fútbol profesional, se asemejaba más a un potrero, o cancha no al nivel de un fútbol profesional, pues era evidente el daño existente. Pero, bueno, había que aprovecharse de la situación.
De esta situación o anomalía en los diferentes programas deportivos, los «analistas y comentaristas» no se pronunciaron. Habrá que ver las motivaciones de fondo. Pero qué bueno que existen medios de comunicación que cuentan la verdad con un nuevo enfoque y sin tener compromisos con grupos de poder fáctico como los existentes en el deporte, y que de a poco se van conociendo.
Mas allá de las motivaciones que los propietarios del estadio Cuscatlán tengan, es importante distinguir entre los servicios privados y los estatales, estos así bien orientados. Y es allí donde el actual Gobierno da un golpe de mesa, pues por años o décadas, o quizá desde toda la vida, nos hicieron creer que los servicios estatales eran de menor calidad que los servicios privados; y, cosa más misteriosa, pues los mismos gobiernos promocionaron esa mala imagen al volver inoperantes los servicios que desde instituciones de Gobierno se servían. Por allí veremos una ruptura histórica, pues este Gobierno provocó, aun en medio de una crisis sanitaria, el mejoramiento sustancial que existe en el sistema de salud: se construyó Hospital El Salvador con todo el equipamiento para atender esa emergencia y no es privado, lo mismo el megacentro de vacunación construido en el antiguo parqueo del antiguo Cifco, el mejoramiento y el equipamiento de la red de hospitales públicos.
Seguimos contando y vemos un sistema educativo cuyas proyecciones apuntan que 2023 será un año récord en incorporación de estudiantes al sistema público. Se prevé que se superen los más de 1.3 millones de estudiantes ahora matriculados según la plataforma SIGES, esto producto de todas las ventajas que el sistema educativo público ahora ofrece por medio de la entrega de computadoras, docentes altamente capacitados, con una nueva normativa que es la ley Crecer Juntos con todos sus componentes, que dicho sea de paso es una iniciativa que nace de la primera dama de la república, la cual hace un lectura precisa de lo que debe ser una educación inicial, lo que garantiza ciudadanos con una mentalidad de avanzada dispuestos a formar una gran nación con visión de desarrollo de primer mundo. Sigue la seguridad pública que fue nuestro talón de Aquiles. Ahora nuestro país sorprende a propios y extraños y se nos ve como un sitio donde se puede visitar y donde existe un clima de negocios para establecer inversiones extranjeras, lo cual redunda en el mejoramiento de las condiciones de vida material de nuestra gente.
Es en este escenario de un nuevo y gran país que el presidente Bukele anuncia la construcción de un estadio para el pueblo, localizado en las antiguas instalaciones de la Escuela Militar, con un aforo para más de 50,000 personas. Se estima que la superficie total será de 57,500 metros cuadrados, medios deportivos internacionales desde ya lo destacan como un escenario de primer mundo y desde ya le llaman Estadio Nacional de El Salvador. Este se ejecutará con fondos de la cooperación del Gobierno de China, con carácter no reembolsable, lo que debe de interpretarse como un golpe de hombros al actual Gobierno diciéndole: «Confiamos en usted», caso contrario a lo ocurrido en gobiernos anteriores, en los que los apoyos internacionales sirvieron para enriquecer los bolsillos de unos pocos. Es de hacer notar que, según información del presidente Bukele, este escenario deportivo costara alrededor de $500 millones en inversión pública no reembolsable y sin condiciones.
Lo anteriormente expuesto supone una intervención del Gobierno en favor de nuestra población, así como un contundente mensaje al sector privado que de manera inmoral se aprovecha de ciertas circunstancias. La pregunta es: ¿mantendrán sus mismas actuaciones «como mercaderes del deporte» o flexibilizarán sus políticas? Digo, cuando se haya finalizado e inaugurado el nuevo Estadio Nacional El Salvador, el cual creo entender que tampoco será del todo gratis, pero los costes obviamente serán diferentes y accesibles no solo a los equipos, sino también a los aficionados, que son el pueblo y quienes representan el deber ser de las actuaciones del Estado por medio del Gobierno.