Existe una expresión que dice «no te fíes de los que se comen hasta las migajas que caen de sus mesas». ¡Cuánta razón contienen estas palabras aplicadas a la vida de nuestra nación durante 40 años!
Desde la década de los ochenta, los dirigentes de la derecha y de la izquierda calcularon sus vidas avaras socavando el dinero proveniente del sudor y esfuerzo de los salvadoreños, al fiel estilo de convenios entre empresas similares para evitar la competencia. El cartel del bipartidismo fue el pensamiento maligno deslizado en la pista de aterrizaje del ladronismo y la corrupción.
Como hienas, los tricolores, rojos y alguno que otro proveniente de partidos políticos minoritarios acecharon las finanzas de toda institución que les brindara oportunidad de devorarlas sin dejar hueso alguno.
Las privatizaciones de la banca, las telecomunicaciones, las pensiones, la dolarización, así como la creación de empresas de servicio para vaciar el bolsillo del pueblo, fueron las piñatas de millones dólares reventadas en un festín casi permanente y difícil de terminar.
El romance eterno entre ARENA y el FMLN estuvo velado a los ojos de los salvadoreños. Periodistas que comieron de sus mesas se hicieron del ojo pacho ante todo el desfalco que ocurría año con año. Y muchos de ellos hoy se venden como «incómodos» o «periodistas de la verdad».
Pero ese romance oculto lo hicieron público los mismos efemelenistas. Como única oposición política de los gobiernos tricolores, se vendieron como defensores del pueblo en contra de todas las privatizaciones, movilizando sindicatos que gritaran sus consignas. Espetaron a los cuatro vientos que, al llegar al poder, revertirían la dolarización, recuperarían la banca e, incluso, eliminarían las AFP creadas para administrar el dinero de los cotizantes.
Un pueblo sediento de cambios en su favor les dio la oportunidad en 2009, pues añoraba que todo lo que los rojos satanizaron durante cuatro gobiernos areneros fuera eliminado de una vez por todas. ¿Qué pasó? Sucedió lo contrario. El FMLN avanzó en el mismo camino delineado con su falso antagónico político. Y no permitieron que nadie les rompiera el romance carroñero de corrupción y robo.
Ambos partidos políticos nos engañaron con falsas reformas desde la Asamblea Legislativa. Promovieron decretos que impidieron que al menos el pueblo alcanzara las migajas, mientras ellos recibían los premios verdes por sus acciones debajo de la mesa.
¡Qué gran oportunidad se le presentó al FMLN de, al menos, reformar el sistema de pensiones en beneficio de cada cotizante y jubilado! No lo hicieron, por supuesto no de gratis permitieron que las AFP consumieran altas comisiones por manejar el dinero ajeno, el de los trabajadores, mientras la rentabilidad fue siempre paupérrima o nada.
Ahora los gemelos políticos saltan y lloran como magdalenas al ver que el líder del pueblo, el presidente Nayib Bukele, hace lo que ellos no hicieron con el sistema de pensiones: favorecer a los trabajadores y jubilados. Nayib es un estadista que cumple.
La reforma de pensiones tiene todos los componentes favorables para los verdaderos dueños del dinero, a pesar de la situación crítica de las finanzas que nos heredaron areneros, efemelenistas y Rodolfo Párker, quienes ocuparon también los fondos de pensiones como su caja chica. De $12,000 millones solo dejaron $2,000 millones de dólares en existencia. Ladrones, sinvergüenzas, carroñeros insaciables.
Con esta reforma suben todas las pensiones. Los jubilados con pensión mínima recibirán 30 % más, lo que significa un 90 % en acumulado en tres años de este gobierno de la gente; aumenta sustancialmente la rentabilidad, lo que permite una mayor pensión. Las AFP serán reguladas y supervisadas. Entre otros muchos más beneficios.
Sin duda, ahora a las hienas se les terminó otro festín y ocuparán las páginas de sus periódicos como paños de lágrimas.