«QUIENES NO SE ALEGRAN SINCERAMENTE PORQUE UN SALVADOREÑO LOGRA OBTENER UNA VIVIENDA DECENTE REALMENTE TIENEN ALGO MUY MALO EN EL CORAZÓN».
El sábado, el presidente Nayib Bukele entregó 252 viviendas a familias que resultaron afectadas por la tormenta Amanda en la comunidad Nuevo Israel y el deslave del volcán de San Salvador, en Nejapa. Las casas están en Ciudad Marsella, en San Juan Opico, un centro residencial privado, con seguridad, jardines, senderos para caminar, incluso una piscina.
Esto es un cambio radical en la forma en la que los políticos tradicionales han atendido las emergencias de vivienda de la población más vulnerable. Acostumbrados a entregar láminas y plásticos a las familias para que construyan champas, ahora se muestran asombrados porque el presidente entrega casas de primer nivel.
Las críticas –deshumanizadas, incluso– han hecho eco dentro de los opositores, ya que señalan la falta de empatía de los que critican que las personas obligadas a vivir en zonas vulnerables debido a la pobreza ahora tengan hogares dignos. Quienes no se alegran sinceramente porque un salvadoreño logra obtener una vivienda decente realmente tienen algo muy malo en el corazón.
Este cambio en la política de vivienda ni siquiera se cruzó por la mente de quienes administraron las instituciones relacionadas con ese ramo en los gobiernos anteriores, donde primó siempre la mentalidad mercantilista: tanto tienes, tanto vales y esta es tu casa.
Una casa se convierte en el patrimonio de una familia. No hay duda de que quienes ahora han recibido esas viviendas en la residencial trabajarán por mantenerla de la mejor manera para que continúe en su familia.
El reto es que las zonas vulnerables dejen de estar habitadas. Las orillas de los ríos y las quebradas no son lugares para construir viviendas, menos con estructuras improvisadas. El combate a la informalidad de la vivienda, tanto en las zonas urbanas como en el campo, es un reto enorme, pero puede enfrentarse al modificar la mentalidad que tuvieron los gobiernos pasados.
Este cambio de mentalidad es vital para enfrentar las emergencias. Así lo demostró este gobierno al tomar medidas de avanzada contra la pandemia, las cuales fueron criticadas e incomprendidas, pero al pasar las semanas y los meses muchos reconocieron su acierto y hoy ubican a El Salvador como uno de los países que mejor ha manejado la emergencia por la COVID-19.
Este nuevo pensamiento es vital para cambiar las cosas que han estado mal durante décadas, como el problema de las familias que pierden sus hogares con las lluvias o con otros fenómenos naturales. ¿Es esto lo que critican: el cambio de paradigma?