Poco a poco, la libertad de vivir en tranquilidad y disfrutar las maravillas de El Salvador se convierte en la normalidad de un país que por décadas sufrió la inseguridad, el terror de las pandillas y la corrupción de gobernantes decadentes.
En un mismo fin de semana, el país fue sede de eventos internacionales (un campeonato de surf y la presentación del artista más cotizado de la actualidad), hubo desfiles, exposiciones al aire libre y el multitudinario carnaval de San Miguel.
Cada día, más y más turistas llegan al país a disfrutar de las olas y las playas, también de las montañas y de los vestigios precolombinos y coloniales. Y recorren el país con total seguridad, porque ahora El Salvador es uno de los países más seguros del continente.
La campaña de desinformación de los grupos opositores intenta mostrar al país como un lugar donde se violan los derechos humanos, donde se mete presos a los que piensan diferente y no se cumplen las leyes. En realidad, sobran los ejemplos de visitantes que admiran los verdaderos y profundos cambios implementados por el presidente Nayib Bukele y aspiran a tener a un político que haga al menos la mitad de lo que el gobernante ha hecho.
Los ciudadanos viven ahora con la tranquilidad que nunca tuvieron, pueden hacer turismo interno en el Centro Histórico de San Salvador, que por años estuvo vedado, ya que los gobiernos de ARENA y del FMLN lo cedieron a las pandillas y a otras organizaciones criminales.
Lo que la oposición ahora añora es el caos y la ilegalidad. Echa de menos sus negocios turbios con las pandillas y ve con horror cómo sus socios son encarcelados por, precisamente, violar, asesinar, extorsionar y traficar drogas. Solo aquellos que son aliados de las maras pueden reclamar el incumplimiento de los derechos humanos.
Las masacres diarias que cometían los pandilleros, con lujo de barbarie y sadismo, no merecían campañas internacionales contra estos criminales, pero su captura, enjuiciamiento y condena a prisión por todos sus delitos violentos eso sí los lleva a rasgarse las vestiduras.
Los ciudadanos lo tienen claro y disfrutan los cambios que se experimentan, por lo que lucharán para que se vuelvan permanentes y este El Salvador en paz, seguridad, progreso y prosperidad sea la nueva normalidad para las actuales y futuras generaciones. No echan de menos los tiempos de los viejos partidos políticos; al contrario, quieren mandarlos al olvido.