La transformación del Centro Histórico de San Salvador comenzó cuando el presidente
Nayib Bukele fue electo como alcalde de la capital, en 2015. En ese momento, uno de sus
proyectos insignia fue la recuperación del corazón político y cultural del país.
La reactivación del Centro Histórico fue algo que no tuvo muchos aliados en su momento. El enfoque tradicional de las administraciones municipales anteriores fue hacerse del ojo pacho y dejar que el crimen organizado y las pandillas siguieran mandando en esa zona por donde circula mucho del comercio nacional.
En los años en que el FMLN y ARENA gobernaron el Ejecutivo y también las alcaldías no hubo un verdadero interés por rescatar a San Salvador de las garras de las mafias y del crimen. De hecho, el esfuerzo del presidente Bukele lo llevó a enfrentarse a su entonces partido, que no estaba dispuesto a ceder ante los grupos delincuenciales organizados que
controlaban el Centro Histórico.
Así fue como se comenzó a rescatar, poco a poco, la belleza y la majestuosidad del corazón de San Salvador. El proyecto recibió un nuevo impulso cuando el presidente Bukele lo respaldó desde el Gobierno Central, además de la nueva inversión realizada por la República Popular de China al donar el edificio de
la Biblioteca Nacional de El Salvador, cuya moderna arquitectura combina con las líneas arquitectónicas predominantes en la zona, pero las lleva a otro nivel.
Por décadas, los edificios históricos estuvieron
descuidados y ocultos bajo marañas de cables,
grafitis, suciedad y el humo de los millares de vehículos y autobuses que a diario circulan por la zona. Poco a poco ha vuelto el anterior esplendor, que en su momento llegó a considerar a San Salvador como la París de América.
Los enemigos del desarrollo, los mismos de siempre, critican los esfuerzos que desde el Gobierno se hacen para restaurar el Centro Histórico, mismos que han logrado que la capital rivalice con las playas mundialmente famosas como destino turístico, algo impensable hace apenas unos años.
El presidente Bukele dice que trabajar bajo presión y ataque no es algo que lo intimide. Es más, los planes del Gobierno son revitalizar los centros históricos de las principales ciudades del país, para que ciudadanos de todas partes estén orgullosos de su lugar de residencia y puedan disfrutar de la historia local.
El Salvador se está transformando, pero también rescata su historia. Porque el futuro se construye apreciando y conservando el legado de las generaciones pasadas.