Para que la comunidad internacional tenga un punto de vista completo del proceso de cambio que se lleva a cabo en El Salvador, el presidente Nayib Bukele invitó a los embajadores de todas las delegaciones diplomáticas acreditadas en el país para exponerles la base legal que sustenta las sustituciones de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y del fiscal general.
Muchos de los diplomáticos solo conocían una cara de la historia, la cual responde a intereses particulares y refleja la postura de la oposición, por lo que no tenían una visión de todo el panorama. El presidente Bukele les dio un mensaje de tranquilidad, demostró que los tres poderes del Estado funcionan perfectamente y que no hay riesgo de pérdida de la democracia o de derechos civiles en el país, y expresó el respeto de las autoridades a la Constitución.
Los que han promovido su visión entre la comunidad internacional son aquellos que fueron desplazados del poder con el voto popular de los salvadoreños; por tanto, su punto de vista es evidentemente sesgado y tiene claros intereses políticos y empresariales.
Los ciudadanos delegaron en los nuevos diputados los cambios pendientes desde hace décadas en El Salvador. No es posible transformar de forma sustancial y estructural el sistema salvadoreño con funcionarios electos por el antiguo régimen, porque se trata de personas que actúan conforme a los intereses de sus patrocinadores y para perpetuar el «statu quo». La aspiración de los ciudadanos salvadoreños es tener a personas independientes de los partidos tradicionales para que puedan sumarse a los cambios que se están ejecutando, siempre en el marco del respeto a las leyes.
Los diputados de Nuevas Ideas surgieron de candidaturas construidas en un proceso de primarias amplio y abierto a la ciudadanía, de modo que las personas no tenían ninguna relación directa con el presidente o con sus más allegados. Fueron electos en los comicios más concurridos de la historia nacional. Muchos de los nuevos diputados son jóvenes, y antes de llegar a la palestra pública ni siquiera conocían al presidente. Sin embargo, todos tienen la disposición de apoyar los cambios estructurales que el país necesita.
El viejo orden buscará defenderse y entre estertores gritará que no se ha cumplido la ley; no obstante, los cambios hechos han sido conforme a las facultades legales de la institución más democrática del Estado salvadoreño.