El territorio salvadoreño ha sido bendecido con una posición geográfica envidiable por otras naciones, un punto que se vuelve importante para impulsar el papel del país en las rutas comerciales, pero también para atraer turistas y distribuir a viajeros internacionales que usan el aeropuerto internacional San Óscar Romero como «hub» regional.
Además, diversos estudios demuestran que bajo nuestro suelo hay una riqueza inmensa valorada en miles de millones de dólares, debido a que el país se encuentra sobre el llamado Cinturón del Oro de Centroamérica.
Esa enorme riqueza bajo nuestros pies puede ayudar a mejorar drásticamente la calidad de vida de comunidades que por décadas no han tenido oportunidades para mejorar sus condiciones. En otras latitudes muchos pueblos han encontrado en la minería una forma para desarrollar sus economías.
Ahora bien, bajo el Gobierno del presidente Nayib Bukele algo ha quedado en firme, y es el cumplimiento estricto de la ley y la férrea defensa de la vida.
Amparado en esas directrices, El Salvador es ahora el país más seguro del hemisferio occidental. Lo que administraciones anteriores desecharon e ignoraron —el derecho humano a la vida de los ciudadanos honrados— ahora es una realidad.
Del mismo modo, la minería de oro en El Salvador no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad, garantizando la vida y la salud de las comunidades a través de altos estándares de sostenibilidad y programas sociales robustos.
Estos recursos pueden financiar los programas de recuperación de zonas ambientales que perdimos hace décadas. Recientemente, el Gobierno del presidente Bukele hizo, en palabras del ministro de Hacienda, Jerson Posada, «la mayor conversión de deuda del mundo para la conservación de un río y su cuenca hidrográfica».
Para ello, el país logró un acuerdo de recomprar $1,031 millones de bonos vigentes, gracias a un acuerdo conjunto con Estados Unidos y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).
Gracias a esa novedosa operación, el Estado se ahorró $352 millones en capital e intereses, recursos que se destinarán para la conservación y restauración de la cuenca del río Lempa.
Del mismo modo, el Gobierno del presidente Bukele tiene la oportunidad de demostrar que es posible generar riqueza sin comprometer el bienestar de la gente y, además, trabajar para recuperar las áreas naturales que en el pasado fueron depredadas y degradadas.