Arturo Simeón Magaña fue electo diputado por ARENA. Este lunes, sus compañeros de bancada y del resto de partidos sumaron 71 votos para retirarle el fuero parlamentario para que enfrente los tribunales comunes por haber provocado, el 29 de agosto, en presunto estado de ebriedad, un accidente de tránsito en el que falleció una persona y otras tantas resultaron lesionadas.
Sobre el incidente, se hizo viral un video en el que se puede ver al diputado Magaña, luego del choque, junto a las víctimas, tratando de intervenir. Ese hecho fue duramente criticado por no esperar la llegada de los cuerpos de socorro.
Si lo vemos desde un punto de vista general, la Asamblea Legislativa actuó bien, como debe ser: despojar a un diputado del blindaje que tiene en función de su cargo para que enfrente una acusación por delitos comunes no relacionados con su trabajo como parlamentario.
Sin embargo, si analizamos un poco, veremos el doble rasero con el que actuó la bancada de ARENA: mientras en el caso de Magaña procedió el desafuero dadas las pruebas contundentes, no ocurrió lo mismo con Norman Quijano, su compañero de bancada, a quien la Fiscalía quiso desaforar para procesarlo por negociar votos con las pandillas cuando era candidato presidencial, ya que tenía suficientes pruebas para sustentar la acusación. ARENA, sin embargo, protegió a su negociador y no permitió que le quitaran el blindaje parlamentario.
Cualquiera puede decir que ARENA no protege a delincuentes y que por eso votó por el desafuero de Magaña, pero el argumento es insostenible cuando se piensa en el caso de Quijano. No basta decir que no había pruebas suficientes o que el video de su negociación con pandilleros no convencía; era necesario que, de manera transparente, se desvaneciera la acusación ante un juzgado. Pero ARENA prefirió no correr riesgos y arropar a Quijano con el manto de la impunidad.
Lo que ocurre con el caso de Magaña es que no lo consideran necesario. Están dispuestos a sacrificarlo por sus anteriores posturas críticas al partido (a menudo irreverentes), las mismas que le valieron ser excluido de la posibilidad de presentarse a las primarias para buscar la reelección como diputado por Ahuachapán, ocurridas mucho antes del accidente del 29 de agosto. Con Magaña, ARENA consideró que tiene todo para ganar: puede sustituirlo por alguien alineado con el partido y lanzar la idea de que está en contra de la impunidad.
Además, le proporciona otro argumento a la bancada: si no se contuvieron con uno de sus miembros, menos lo harán contra un funcionario del Gobierno. Es un cálculo bajo el supuesto de que no tenemos memoria sobre la impunidad de Norman Quijano, de quien saben que afecta al partido, tanto que no lo llevan como candidato a la reelección, sino que lo envían al exilio dorado del Parlacen. ¿Para qué enviarlo lejos si es tan buen político?