La escritora y poeta Yanira Soundy comparte en la sección de Expresarte el poema «Mujer», de su libro Otoño. El texto es compartido en el marco de la conmemoración del Día de la Mujer el próximo 8 de marzo.
«Mujer»
Mujer de bastón y voz, perdida en la montaña,
silencio y lámpara en un lago azul.
Mujer fruta y sabor de una casa polvorienta,
oculta que estás sin nacer, mujer de mármol.
Olvido en una espalda desnuda.
Mujer de relojes detenidos y espectros sin párpados.
Hastío que se ciñe a las guirnaldas.
Lágrima bajo las lápidas.
Mujer asesinada y de raíces insomnes,
suspiro y sangre, fugitiva en la lumbre.
Mujer subterránea, estambre en los espejos.
Espanto y embriaguez de espuma,
vergüenza o panal de madrugada.
Ahogada bajo tus propias aguas,
te conviertes en lirio y lunar celeste.
Mujer que anhelas noches cursis y confundes las letras.
Mujer que escribes y tapas tus oídos a los manteles blancos.
Secreto que posas tu lengua entre las sábanas.
Despierta.
Mujer inalcanzable, majestuosa, sencilla.
Orilla de unas manos, nido roto, mujer invisible y olvidada.
Regresa.
Mujer que abortas entre las lágrimas,
remordimiento que tiembla y mata.
Hierba, veleta y limo oscuro,
eres muro de alas torvas y derrotadas.
Despierta.
Mujer que te aíslas de las miradas,
para crecer inquieta entre las hojas.
Nocturna y virgen, demonio o santa.
Mujer emigrante, desfallecida en tu autoexilio.
Conservas la serenidad en el milagro, de no ser repatriada.
Hoy giras en tu fuerza.
Mujer que yaces en la sonrisa, eres libertad, poesía, música y pampa abierta.
Mujer vida, embarazada, permaneces infinita.
Regresa.
Mujer costa, oscuridad y duelo, luna y velas redondas.
Mujer de cremas y maquillajes nocturnos, que perduras en el recuerdo.
Mujer de espesura y muerte, supersticiosa, casi siempre sola.
Puerta en los patios, escoba en los rincones
flor marchita en vasos sin agua, trapo que lava inmundicias.
Casa deshabitada, esclava de ti misma.
Despierta.
Mujer sin pliegues ni cortes,
a trasluz, apenas sin color, siempre blanca.
Mujer de rebaños y cansancios.
Mujer de orquídeas y rosas en los templos,
rama en todos los recuerdos.
Regresa.
Mujer ebria y errante, de cárcel y banderas al viento
Mujer que turbas el celeste de los pájaros, enloquecida y dañina.
Mujer sin luz.
Despierta.
Mujer que seca sus lágrimas, y generosa florece en nuestra muerte.
Mujer madre, compañera, hermana, hija.
Regresa.
Mujer trizada en las penumbras.
Mujer de estanque, mujer hiedra.
Pétalos abiertos, arboleda entre las sombras.
Ansia y agonía.
Despierta.
Mujer arrepentida hecha nostalgia.
Inextinguible y eterna.
Eres ostra clandestina,
llanto derramado,
que abre todos los cerrojos.
Fortaleza de agua.
Mujer que brillas en la risa,
eres entraña, corazón, hierro y patria.
Regresa.
Vergel de ruedas, bastones y señas.
Mujer cisne, mujer luz, mujer silencio.
Caminas en los sueños, eres luz en la justicia
y canto blando de hoja.
Mujer que sollozas en el alma.
Cuervo de seda, duelo y falsedad.
Desolada, robusta y devastada,
eres herida inefable de tristeza.
Despierta.
Transformas tu debilidad en fortaleza,
Desafías el mundo y sus culpas.
Mujer sin cuerdas, cadenas ni acasos.
Comprometida, tibia y transparente.
Regresa.
Avancemos en halos gloriosos,
triunfadoras, vibrantes y sin miedos.
Apasionadas en la llama de un amor puro
sin la agonía de ser lo que nos han impuesto.
Mujeres matizadas de colosales esmeraldas,
ideales y sueños, sin mitos ni fábulas.
Mucho más que abuelas, madres, hijas o hermanas,
somos inspiración y ciencia, fuego que abrasa.
Bebamos del rocío de un alma extraña,
árbol o flor abierta en el sendero.
Bruma del crepúsculo, espiga o alta montaña.
Mujeres de largos ríos, tan puras y sabias.
Avancemos en halos gloriosos,
Sin prejuicios ya libres, sencillas y salvas.
En la rebelión de nuestros ojos limpios.