Estamos por cerrar 2022. Un año peculiar e histórico para El Salvador porque el presidente Nayib Bukele supo retomar el camino de desarrollo económico y social luego de una pandemia fatídica y de situaciones económicas internacionales complejas.
No ha sido fácil, principalmente cuando se heredó un país en ruinas en todos sus aspectos, con un sistema político podrido y entregado a la criminalidad y a la corrupción. Ya vemos que de a poco los ladrones y estafadores exfuncionarios de ARENA y del FMLN están enfrentando la justicia por el descarado desfalco millonario que le hicieron a la nación. Algunos, cobardes, son prófugos y viven como reyes con el dinero del pueblo.
Cambiar la historia cuscatleca era impensable. Pero Nayib inició la ruta desde el primer día de Gobierno. Ahora estamos por disfrutar de las fiestas navideñas y de fin de año más tranquilas, llenas de paz y seguridad.
En familia debemos agradecer a Dios porque nos ha sustentado y protegido, porque no olvidó a nuestra sufrida patria y nos ha permitido tener un gobernante que realmente se preocupa segundo a segundo por cada salvadoreño, a pesar de los esfuerzos bestiales de organizaciones internacionales y locales en contra de todo lo bueno y en favor de sistemas nefastos impuestos por criminales y políticos rastreros.
Debemos hacer una retrospectiva para valorar los cambios. Estoy seguro de que nadie honrado y honesto quiere regresar al pasado, lleno de sangre y pobreza. Claro, los que solo velan por sus intereses quieren volver a vivir a manos llenas con dinero ajeno, como lo hicieron por 30 años. Pero van a contracorriente.
Los salvadoreños son firmes y consecuentes con lo que quieren y lo expresan en cada respuesta que dan en las diferentes encuestas, por más preguntas perversas que fabriquen: quieren la reelección del presidente Bukele; dan su total respaldo a las medidas de seguridad del Plan Control Territorial, y aprueban el camino de desarrollo económico y social.
Por ello, el presidente Bukele no desmayará en su afán de recuperar totalmente el país, de llevarlo a niveles de desarrollo que permitan a las nuevas generaciones tener oportunidades de calidad.
Nuestro aporte debe ser apoyar toda acción que vaya por esa ruta. Debemos trabajar unidos con inteligencia dejando lo mezquino a un lado y acompañando el esfuerzo de Nayib por forjar un mejor país.
Sin duda, 2023 será un año para valientes y perseverantes. La oposición no escatimará esfuerzos por obstruir todo lo que vaya en beneficio del pueblo, como ya lo ha hecho por tres años. En año preelectoral hará cosas bestiales con la resonancia de sus activistas con pluma y micrófono, apologistas autodenominados «incómodos», que al final dieron su cara como protectores y amigos de criminales.
Los opositores no sueltan su agenda pervertida ni en tiempos de amor y paz, siendo verdaderos Grinch, sin importarles el regocijo de los salvadoreños. Para ellos, las sonrisas de niños no valen nada. No se acuestan sin cenar. Así que debemos estar alertas siempre.
Por ahora disfrutemos con nuestros seres queridos en estas festividades, con responsabilidad, cuidando de nuestros hijos y adultos mayores. Roguemos al Todopoderoso para que lo bueno prevalezca, que la maldad sea vencida y que el Niño Dios realmente nazca en nuestros corazones.
De todo corazón, deseo felices fiestas y un próspero 2023 a todos los que verdaderamente aman a nuestro país. Que los anhelos sean de más prosperidad, paz, amistad y tolerancia.
Al finalizar este año podremos decir: misión cumplida, El Salvador. Vamos por más. Bendiciones.