La creación de alfombras y tapetes es una tradición mundial que generalmente se desarrolla en Semana Santa, aunque en los últimos años también se están elaborando con fines decorativos para otras temporadas. Durante el viernes de la Semana Mayor se pueden observar coloridas creaciones con sal, aserrín, flores, frutas, entre otros.
Según historiadores, el origen de las alfombras inició como parte de un ritual para consagrar el paso de una divinidad; frutas, verduras y flores eran los elementos que se utilizaban para su creación. La iglesia católica lo asocia con un pasaje bíblico donde se habla de «la entrada triunfal», cuando «Jesús baja del monte de los Olivos hacia Jerusalén, las multitudes ponen sus ropas en el suelo para darle la bienvenida y entra triunfalmente en Jerusalén».
Con el paso del tiempo, los elementos a utilizar se cambiaron y adaptaron. En El Salvador para la elaboración de una alfombra se usa sal y aserrín, (los tradicionales), pero también se puede utilizar la marmolina y, en algunos casos, flores, hojas y velas.
«La sal es muy gruesa y si la mete en un vaso se pega, no corre, si se mueve mucho, cae demasiada. La marmolina es totalmente diferente, si usted la pone en un vaso ella va corriendo solita, es ideal para hacer rostros o partes en específico […] El aserrín es ideal para obtener colores que con la sal no se logran, aunque se debe clasificar el tipo de aserrín porque hay unos más oscuros y no dan los colores que se desean», detalla César Arucha, quien posee más de una década de experiencia en la creación de alfombras.
Arucha explica que, aunque se utilicen los mismos materiales para la realización, no todas las piezas que se observan son alfombras, algunas son llamadas tapetes, la diferencia radica en el largo de las obras.
«Nosotros mezclamos tapetes y alfombras. Internacionalmente, el tapete es la alfombra larga, con diseño o figuras, y la alfombra es cuando lleva una imagen alusiva a la celebración», aclara.

La Familia Arucha y su tradición
Desde hace 13 años, los Arucha realizan una alfombra para la Semana Santa. Según el patriarca de la familia, César, en Izalco hicieron la primera alfombra a petición de su abuela quien estaba enferma.
«Pensamos que solo íbamos a ir una vez, luego fuimos dos, tres y así hasta 11 años seguidos. Interrumpimos por la pandemia y el año pasado, por primera vez, nos quedamos en el Centro Histórico y hoy nos vamos a quedar allí mismo, frente al Teatro Nacional», indica.
El tiempo de realizar este arte efímero ha hecho que sean reconocidos en México, donde han participado en los Encuentros internacionales de alfombristas, con representantes de países como Polonia, Italia, Alemania, Guatemala, Nicaragua y Colombia.

«Izalco fue solo la vitrina. Le debemos mucho a Izalco y año con año comenzamos a mejorar nuestras alfombras. De repente, un argentino nos vio, nos contactó y nos dijo que había un proyecto en Santiago de Compostela, nos invitó para ser parte del año jubilar. La idea era que todos, ese día, haríamos la misma alfombra. Luego, nos ven de México y nos invitan a formar parte del sexto festival en Guanajuato que se llama “El tapete de la muerte”, para celebrar el 2 de noviembre. La tradición es hacer un festival con tapetes alusivos a la muerte», comparte Arucha.
Recientemente, los invitaron por segunda vez a la celebración del Corpus Christi, en Panamá. La primera vez no asistieron por falta de fondos, pero este año están en busca de patrocinadores que les apoyen a llevar el talento salvadoreño hasta ese país.
«No somos una ONG, nos llamamos Colectivo Familia Arucha porque tenemos que llamarnos colectivo; pero, en realidad, somos familia Arucha, incienso y aserrín; por eso, quizás, es difícil cuando buscamos apoyo y nos dicen que somo somos una familia y nos toca costearnos los gastos», comenta.




Proceso de creación de una alfombra
Aunque cada persona tiene su técnica para la elaboración de alfombras y tapetes, hay varios procesos que generalmente son los mismos. El aserrín y la sal son de los principales elementos que se utilizan en la creación, pero estos materiales se compran en su estado natural y luego hay que teñirlos según los colores que se han previsto utilizar en la alfombra.
«Para nosotros, este es un proceso largo porque la alfombra que estamos planeando realizar para el Viernes Santo mide aproximadamente 30 metros de largo. Hemos pintado más de 17 costales de sal, aserrín y marmolina. Tuvimos que preparar el diseño, hacer los moldes que serán utilizados en el marco de la alfombra, mandamos a un plotter el dibujo y lo pedimos a la medida que necesitamos. Luego, lo pegamos en el piso para que quede al centavo y empezamos a rellenarlo», detalla César Arucha.





La Familia ha elaborado alfombras en Izalco, Ceiba de Guadalupe, las embajadas de España y México, la Plaza Salvador del Mundo y el Centro Histórico de San Salvador.
En la creación de alfombras siempre se usa un color que servirá como base o fondo, y sobre este se colocar las capas de colores y elementos necesarias. Este proceso se hace con vasos perforados, con cucharas o con cernidores, estos últimos especies de coladores con los que esparcen los materiales.