Tres policías fueron emboscados por pandilleros cuando patrullaban en una colonia de Santa Ana. Pandilleros los atacaron a balazos cuando los miembros de la corporación policial no hacían más que llevarles paz y tranquilidad a los vecinos de la colonia La Realidad.
Después de haber efectuado más de 43,000 detenciones en el marco del régimen de excepción, no hay duda de que las estructuras criminales de las pandillas siguen activas y dispuestas a defender lo que políticos corruptos de ARENA y del FMLN les permiten acumular tras décadas de complicidad y negligencia.
Por eso las medidas especiales para combatir a las pandillas son más necesarias hoy que nunca. Tres familias han perdido a sus seres queridos a manos de estos delincuentes. Son tres policías que entregaron sus vidas para salvaguardar las de sus conciudadanos. Ahora, sus compañeros han sido desplegados en las zonas aledañas y en todo el país para encontrar a los responsables del ataque.
Los aliados de las pandillas no solo no condenan este atentado contra la Policía, que se vuelve un ataque contra el Estado mismo, sino que culpan a la misma Policía de no ser capaz de brindar seguridad.
En el campo político, llama poderosamente la atención que voceros de la izquierda, primero el secretario general del FMLN y exvicepresidente de la república, Óscar Ortiz, y luego el magistrado del Frente en el Tribunal Supremo Electoral, Julio Olivo, sugieran que el «pueblo tiene el derecho de dar un golpe de Estado» en contra del presidente Nayib Bukele.
Es decir, lo que son incapaces de hacer por medio del voto popular ahora lo pretenden lograr mediante la violencia política disfrazada de un inexistente malestar social.
La Constitución de la República establece que son los partidos políticos los únicos vehículos para llegar al poder en elecciones libres, democráticas y directas. Así fue como el presidente Bukele llegó al poder, desbancando el bipartidismo que se repartía las instituciones y los negocios del Estado. Y precisamente por eso ahora hablan de «golpe de Estado».
Ya los cuerpos de seguridad habían detectado que las pandillas estaban tratando de mutar hacia una organización guerrillera, asentándose en campamentos en zonas rurales, en donde acumulaban armas y munición.
El Gobierno ha lanzado una contundente respuesta en contra de los asesinos de policías, porque nadie, absolutamente nadie, puede estar por encima de la ley y quitarle la vida a policías honestos y valientes.