Todo pasó un día martes al mediodía. Ese 14 de marzo, Billy Calderón, reconocido presentador de televisión y entrenador personal salió de su casa junto a su hijo pensando en que sería un día más, como todos los demás. Pero, ese mediodía, su vida cambió radicalmente. Un múltiple accidente de tránsito lo dejó al borde de la muerte, le dañó gran parte de su tejido muscular y rompió en pedazos sus piernas.
Sin embargo, sobrevivió. Ahora, cuatro meses después de ese trágico momento, Billy Calderón sigue un duro proceso de recuperación del que ha avanzado rápidamente, pero en el que también, recuerda, ha enfrentado muchos procesos dolorosos, no solo a nivel físico, sino también emocional y espiritual, sobre los que conversó con Diario El Salvador desde la confortabilidad de su residencia.
El día que Billy Calderón se rompió en pedazos
Al hablar del accidente, el rostro de Billy no deja de ensombrecerse un poco y dejar entrever un aire de tristeza y dolor. No obstante, hay un brillo de fe que se ha fortalecido en su interior y que, según comenta, es la chispa que ha encendido una llama de esperanza y lucha que le da las fuerzas para recuperarse.
«Yo perdí el conocimiento y empecé a vivir lo del accidente como 10 días después de lo que pasó. Reaccioné días después y me costó entender lo que había pasado. Fue duro ver las imágenes. Me costó muchísimo reincorporarme a mis actividades diarias. No quería transitar por la carretera donde había tenido el accidente. Me daba miedo, me ponía a llorar, tenía un quiebre emocional muy fuerte. La primera vez que salí en carro, no me sentía agobiado. Pero, cuando hice el primer alto, ahí me entró una desesperación bastante fea porque así fue el accidente», recuerda.
«Nosotros estábamos quietos, estacionados esperando que el tráfico avanzara y ahí fue cuando todo sucedió y mi vida cambio. Ahora, han pasado cuatro meses del accidente y Dios me ha dado la fortaleza para ver videos y fotografías. Mucha gente me pide que ya no publiqué esas escenas en redes sociales porque eso ya pasó. Pero, cuando las veo y recuerdo que sigo con vida y que mi hijo no haya tenido nada, compruebo el milagro que esto ha significado», asegura.
En ese accidente, Billy Calderón estuvo a punto de morir. Clínicamente, sus piernas se rompieron en pedazos y sus músculos inferiores sufrieron algo llamado «rabdomiólisis», es decir, un daño extremo en el tejido muscular que suele ser irreparable la mayoría de los casos. De igual forma, su cervical resultó seriamente dañada, dejando un panorama gris para un hombre acostumbrado a correr, a la actividad física y a cimentar sus logros en sus capacidad atlética.
«Las piernas me las volvieron a poner con tornillos y clavos. Me dio rabdomiólisis, que es la destrucción de tus músculos. Las proteínas se me fueron a los riñones. Estuve peleando para no quedar con insuficiencia renal. El golpe en las cervicales y costillas fue bastante duro. Pasé triturado en el carro mucho tiempo y por eso mis músculos se dañaron críticamente. Pero el estado físico y la disciplina física me ayudó a sobrevivir todo ese impacto. Es importante cuidar la salud», recuerda.
El día en que Billy Calderón comenzó a reconstruirse
Tras varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), llegó el día en que Billy recibió el alta. Pero, a la buena noticia de su salida del hospital, se unía una que le asestaría un poderoso golpe emocional: tardaría, como mínimo, un año en volver a caminar.
«Cuando me dieron el alta en el hospital, tras una semana en cuidados intensivos luchando por vivir, me dijeron los doctores: “Billy, prepárate porque viene una recuperación bastante larga, por lo menos de un año, para que puedas volver a caminar. Pero, te digo dos cosas: primero, que estas vivo por misericordia de Dios. Es un milagro. Segundo, tu condición física te ayudó en un 80 % para que siguieras por vida”», explica.
Tras esa noticia, a Billy le tomó mucho tiempo recuperarse, no solo físicamente, sino emocionalmente. El hombre que por 30 años se había dedicado a la actividad física se veía imposibilitado de hacer lo que le apasiona. Pero, en ese dolor, Billy remarca que el apoyo de su familia y abrazar la fe cristiana con la que creció, además de pasar por un proceso de sanidad emocional, han sido la clave para recuperarse y reconstruirse en todos los sentidos.
«Gracias a Dios, ese hábito del ejercicio me ha ayudado para la recuperación. Me pica el cuerpo por salir corriendo, pero aún no lo puedo hacer. Ha sido una recuperación bastante dolorosa, bastante traumático. Pero cada día es una oportunidad para seguir adelante. En esta recuperación, una parte importante es la emocional. Hay que trabajar mucho en eso, en dejar la mala vibra en la vida y concentrarse en que, primero, Dios te ha dado una oportunidad más de vivir. Solo con eso ya es una ganancia increíble. Pero, mentalmente, si no estás fuerte, es difícil avanzar. ¿Cómo lo vas a lograr? Pues, teniendo fe en Dios». Señala.
«Ha sido complicado en esa parte porque, que te corten de golpe la actividad que has realizado por 30 años es algo difícil de manejar. Este 2023 cumplo 30 años de dedicarme a correr por las calles de El Salvador. En efecto, ese día del accidente, yo llevaba mis cosas porque tenía planeado ir a correr. Que te corten de golpe una actividad de tantos años es sumamente difícil», agrega.
Para Billy, los días en cama en una lenta y dolorosa recuperación significaron también la posibilidad de restaurar muchas áreas de su vida emocional que estaban igual de rotas, señalando que, de no ser por una situación como esa, quizás esas partes de su ser seguirían en mal estado, por lo que, asegura, ahora ve toda su tribulación como una oportunidad para reconstruir su vida y darle un nuevo diseño, uno basado en el perdón, la sanidad espiritual y una nueva pasión por la vida.
«En todo esto, abrazar la fe ha sido importante para mí. Puedes reconstruir tu cuerpo y recuperarte, pero si emocional y espiritualmente no te reconstruyes no vas a poder avanzar. Este accidente reforzó lo que ya estaba en mí. Si este accidente, Billy Calderón lo hubiera tenido unos 9 años atrás hubiera sido catastrófico, hubiera culpado a Dios, hubiera sido un hombre sin fuerzas para luchar, pero Dios me vino preparando por muchos años para un momento así», comenta.
«En mi vida, el problema estuvo y ocurrió. Fue la prueba más dura de mi vida, luchar entre la vida y la muerte. Pero, gracias a Dios, he podido afrontarla con su ayuda. Cuando me dijeron que no podía caminar hasta dentro de un año fue algo devastador para mí. Ese día vine a mi casa y pedí a Dios que me hablara, que me diera una solución. Ese día, estando algo adormitado por los analgésicos, en mi corazón nació la idea de que tenía que perdonar muchas cosas en mi corazón, porque el perdón sana. Cuando perdoné de corazón, empecé a evolucionar positivamente en mi recuperación», añade. Han pasado cuatro meses desde aquel día en que la vida de Billy pudo llegar a su final. Sin embargo, ahora disfruta al máximo del logro de sus hijos, de la compañía de su esposa y de la oportunidad de reconstruirse en plenitud, usando esta parte de la historia de su vida como una motivación para sí mismo y para muchos que necesitan una dosis de aire fresco para continuar con sus vidas.