La bióloga salvadoreña Victoria Deneke, de 33 años, es la autora principal de un equipo de 20 personas, en un artículo publicado en la revista estadounidense Cell, con el descubrimiento de la unión molecular entre el espermatozoide y el óvulo para crear vida en los vertebrados, un proceso de fertilización que todavía es desconocido por la comunidad científica para comprender cómo se funcionan exactamente y generan una nueva especie.
Deneke, que trabaja en el Instituto de Investigación de Patología Molecular (IMP), en Viena, Austria, compartió a «Diario El Salvador» que sus experimentos y estudios de tres años revelaron que el espermatozoide requiere de tres moléculas específicas para interactuar juntas y reconocer el óvulo correcto.
Se trata de las moléculas: Izumo 1, Spaca 6 y Tmem 81 en la superficie del espermatozoide para los animales vertebrados (los peces, ratones y humanos) que forman un complejo; sin embargo, el escalón más extraordinario para los científicos fue que la molécula del óvulo para las especies es completamente diferente. En el caso de los peces, la molécula del óvulo es la identificada como Bouncer y para los mamíferos es una que se llama Juno. Si no ocurre de esta manera, no surge la vida.

«Las moléculas en el espermatozoide son las mismas, pero las moléculas del otro lado del óvulo son diferentes. Esto es muy interesante porque básicamente nos dice que tenemos muchas cosas en común con otros animales, pero que en el proceso de evolución al final tuvieron diferentes caminos, que hubo un cambio por el lado del óvulo», detalló Deneke.
Para obtener estos resultados, Deneke, que se desempeña como científica independiente o postdoctoral en el laboratorio de la doctora Andrea Pauli del IMP, utilizó el programa AlphaFold, herramienta galardona con el premio nobel de este año.

Este mecanismo desarrolló un algoritmo para poder predecir interacciones entre moléculas o entre proteínas, y teniendo acceso a esta tecnología, Deneke procedió a sus prácticas hasta obtener nuevos hallazgos.
El trabajo en equipo fue esencial, según la salvadoreña, que tuvo la colaboración de expertos de laboratorios en Viena, Canadá y Japón.
«Es increíble como salvadoreña poder aportar en estos estudios tan importantes, es un privilegio poder trabajar en un espacio científico que está verdaderamente en muchos sentidos en el mejor espacio del mundo para desarrollar este tipo de proyectos», compartió.

La bióloga indicó que este descubrimiento es solo el principio. «Todavía tenemos muchas preguntas por responder en este espacio, pero es increíble poder publicar estos resultados en una revista científica prestigiosa», manifestó.
Con la identificación de las moléculas, posteriormente pueden surgir nuevas medicinas o anticonceptivos, «que gracias a este conocimiento ya tenemos un mejor entendimiento de cómo funciona el proceso», agregó.