El pasado 28 de febrero, la ciudadanía salvadoreña expresó su voluntad con respecto a quién debe liderar el congreso por los próximos tres años. El partido Nuevas Ideas ha logrado porcentajes de votación nunca vistos en la política de este país centroamericano, no al menos desde el regreso de la democracia en los años noventa. Al momento de escribir este artículo, Nuevas Ideas ha alcanzado 56 escaños en total, un número de diputaciones que le permite lograr el control en el parlamento, consolidando una mayoría absoluta y calificada. Esto, sin duda, le permitirá al mandatario efectuar sus proyectos de manera más expedita y con un respaldo político avasallador frente a la oposición.
Sin duda, la efectividad es una de las demandas al sistema democrático por parte de la ciudadanía, pues en las democracias occidentales la ingobernabilidad las ha llevado al desgaste y a la ilegitimidad. En contraste, el 51 % de los ciudadanos salvadoreños participó en las votaciones del pasado domingo, 5 % más que en las elecciones de 2018. Esto vislumbra un interés y una esperanza de acción política en el país. Esta votación es reflejo de una ciudadanía que espera un mandato de trabajo conjunto entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.
El futuro de El Salvador se espera que sea favorable, y en el tanto aumenta la gobernabilidad y la gobernanza, las cuales se aproximan a ser una realidad. La ciudadanía salvadoreña se aleja, al menos por tres años, de enfrentarse a un parlamento fragmentado, donde en algunas ocasiones la oposición no permite la construcción progresiva de un proyecto político nacional. La esperanza de la continuidad de este Gobierno ha motivado al pueblo a emitir su voto. Esto tiene el propósito de buscar la sinergia de los diputados que hoy son pensados como políticos que buscan el beneficio personal y no el de la ciudadanía. Las mayorías parlamentarias tienen el deber de trabajar acorde con la institucionalidad democrática, respetando los procedimientos legales. Este proceso electoral consolidó el momento político para enfrentar grandes desafíos en la construcción de un proyecto nacional.
Nayib Bukele ha logrado robustecer un gran apoyo electoral. Se coloca como un mandatario carismático, con ideas innovadoras con miras a la efectividad política en El Salvador. Desde el inicio de su período constitucional, el mandatario ha mantenido los niveles de aprobación gubernamental más altos de la región, lo cual se respalda con acciones avaladas por el pueblo, en campo de la seguridad y la lucha contra la pandemia.
La realidad coyuntural de El Salvador es compleja; sin embargo, es evidente que Nayib Bukele ha cambiado la historia electoral de su país. Se ha logrado posicionar como la alternativa política efectiva, en la que hoy, con la voluntad popular ejercida en el voto, recibe la orden de continuar en su administración trabajando de la manera más idónea, tal como lo ha hecho hasta la fecha. Esto con el soporte de todo el sistema gubernamental en pro de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.