Desde hace 10 años, la Casa del Peregrino Divino Niño Jesús ha sido un refugio para los parientes de las personas que requieren atención médica en el Hospital Nacional de San Miguel, pero que no cuentan con un lugar donde hospedarse en la ciudad migueleña.
Techo, abrigo, desayuno y cena, un lugar apropiado donde asearse y descansar, así como lavar su ropa, son algunos de los servicios que la Casa del Peregrino ofrece a sus visitantes. Este se ubica en calle Los Almendros, a una cuadra del hospital nacional.
Isabel Yanes y su esposa viajan desde el municipio de Colomoncagua, departamento de Intibucá, en Honduras, hasta la ciudad de San Miguel, en El Salvador, para que su cónyuge reciba tratamiento en el hospital nacional de esta localidad.
«Nos enteramos de que acá era un lugar donde nos podemos hospedar, y la necesidad es grande. En Honduras los hospitales están más lejos, y nosotros estamos a la par de la frontera con El Salvador, sale mejor venir acá», comentó Isabel.
Se enteró de la existencia de la Casa del Peregrino por un familiar. «Al venir preguntamos en el hospital y las enfermeras nos dijeron que acá podíamos esperar el día de la cita. Nos sentimos felices, agradecidos con Dios, con la gente», agregó.
El padre Leodán Hernández, sacerdote de la parroquia San Nicolás y encargado de la Casa del Peregrino, recordó que esta obra social abrió sus puertas en 2013.
«Recuerdo que la casa fue bendecida el 31 de mayo de este año, pero tuvo algunos arreglos y abrió para dar servicio a los destinatarios el 29 de julio de ese mismo año», comentó.
El pasado miércoles, la parroquia celebró 10 años de fundación con una misa de acción de gracias, donde estuvieron invitados todos los padrinos. Llaman padrinos a todas aquellas personas que hacen donaciones monetarias para el funcionamiento del lugar.
«Invitamos a las personas de buen corazón a dar $10 o más mensualmente para sostener esta obra. Además, hay donaciones que a veces hacen diferentes movimientos, asociaciones, parroquias u ONG», indicó el párroco.
El lugar está diseñado para recibir 50 personas, pero después de la pandemia por la COVID-19, los administradores decidieron hospedar durante las noches un máximo de 30.
«Sin embargo, los días en los que la asistencia de personas para quedarse a dormir sobrepasa la capacidad de la casa nos vemos obligados a poner colchonetas o a ubicar camas, ya sea en el comedor o en otro lugar de la casa, nunca se va a dejar en la calle a alguien», manifestó el sacerdote.
Para brindar albergue a más personas, los administradores de la obra social han planificado algunas remodelaciones en la casa, como construir una estructura de tres niveles en el área del jardín frontal para disponer de más dormitorios. Por esto se requiere de la colaboración de la comunidad.