Hace cinco años, el Parque Cuscatlán, en el corazón de San Salvador, fue objeto de una transformación radical. La remodelación de este icónico espacio verde, inaugurado en 2019, no solo cambió su apariencia física, sino que revitalizó su propósito, devolviendo a la ciudad un lugar de encuentro y convivencia que se había perdido bajo un velo de abandono, suciedad e inseguridad.
Este cambio fue posible gracias a The Howard G. Buffett Foundation, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Glasswing International y la alianza entre la Fundación Parque Cuscatlán (Fundaparc) y la alcaldía de San Salvador, una colaboración que ha mantenido el parque en condiciones óptimas y ha permitido el desarrollo de un modelo de parque activo, seguro, accesible, limpio y al servicio de toda la comunidad.
Desde su reinauguración, el Parque Cuscatlán ha experimentado un crecimiento sin precedentes en su número de visitantes. Lo que antes era un espacio temido, frecuentado solo por unos pocos, hoy recibe cerca de 800,000 visitantes anuales, una cifra impresionante si consideramos que hace unos años apenas alcanzaba los 100,000. Este aumento es una poderosa evidencia de la necesidad de espacios públicos seguros en la ciudad.
Un aspecto fundamental de este éxito ha sido la recuperación de la confianza por parte de las mujeres en el uso del espacio público. La percepción de inseguridad de años anteriores había excluido a muchas mujeres de los espacios abiertos, y ahora, gracias a la presencia constante de actividades, seguridad y un ambiente inclusivo, cada vez más mujeres y niñas vuelven a utilizar el parque como un lugar de recreo, salud y convivencia. Esto no solo cumple los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): 3 de Salud y Bienestar y el ODS 11 de Ciudades y Comunidades Sostenibles, sino que también es un reflejo del poder que tienen los espacios públicos bien gestionados para transformar y desarrollar.
El éxito del Parque Cuscatlán no sería posible sin la cooperación activa entre Fundaparc y la alcaldía de San Salvador Centro. Esta alianza ha permitido la creación de un espacio limpio y seguro y la planificación y ejecución de actividades que fomentan el bienestar de los visitantes. La alcaldía ha sido un socio crucial, apoyando la operación diaria del parque y brindando recursos para su mantenimiento y seguridad. Fundaparc, por su parte, ha desempeñado un papel clave como impulsor de actividades, centrando sus esfuerzos en el desarrollo de programas que fomenten la integración comunitaria, gracias al apoyo de sus donantes y de otros aliados estratégicos como Fundación Poma, USAID, Glasswing International, Museo Tin Marín, Banco Agrícola, la Embajada de México, el Centro Cultural de España, la FAD Juventud, Cesal, Entre Colores y Sombras (ECYS), Banco Cuscatlán, Fundación Sigma, Fundación H. de Sola, Naturaes, Scouts de El Salvador y muchos más que han creído en el potencial del parque.
Esto plantea una pregunta importante: ¿podemos replicar este modelo en otros espacios públicos? La replicabilidad de este modelo depende de algo crucial: el apoyo continuo de la ciudadanía, las empresas y otros donantes comprometidos con mejorar la calidad de vida en las ciudades. Si logramos involucrar a estos actores en un esfuerzo conjunto, como ya lo hemos hecho en el Parque Cuscatlán, no solo podremos replicar este modelo en otras áreas de San Salvador, sino también en diversas comunidades del país, creando ciudades más justas, seguras y habitables para todos.