Una dupla exitosa. Voluntarios indígenas y aguerridos comandos especiales del Ejército colombiano jugaron un papel clave en el asombroso rescate de cuatro niños perdidos en la selva amazónica durante 40 días.
«Fue una amalgama espectacular de conocimiento indígena y arte militar», elogió el domingo el brigadier general Pedro Sánchez, que dirigió las operaciones de búsqueda.
Con la piel bronceada por el sol, la mirada franca y un hablar directo, el general Sánchez es también el jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES) de las Fuerzas Armadas colombianas.
Fueron sus hombres de las fuerzas especiales quienes participaron en las agotadoras búsquedas diarias en la hostil selva del Caquetá, donde el 1 de mayo se estrelló la avioneta en la que viajaban los niños tres adultos, incluida su madre, que murieron en el accidente.
Para ellos «era una misión diferente» a los habituales combates contra los numerosos grupos armados que operan en el país.
¿Rescatar niños? «Siempre salvamos y protegemos vidas, incluso durante nuestras misiones de combate», subrayó el general Sánchez como para defender una institución a menudo acusada de ejecuciones sumarias durante el largo conflicto interno que ha desangrado al país, su connivencia con paramilitares de extrema derecha o la complicidad de oficiales con narcotraficantes.
Aquí, «desfallecer o abandonar no era una opción», afirmó. Y fueron sus hombres, «los soldados más entrenados del ejército colombiano» pero que «nadie en los medios de comunicación conoce», los que lograron «lo imposible».