«Ella (Lesly) lo único que me aclara es que la mamá estuvo cuatro días viva, entonces antes de morir la mamá les dice, tal vez, ‘váyanse que ustedes van a mirar quién es su papá, quien sí sabe qué es amor de papá como (yo) se los demostré a ustedes’», expresó a la prensa Manuel Miller Ranoque junto al hospital militar en Bogotá, donde se recuperan los menores de la comunidad huitoto.
Lesly (13 años), Soleiny (9), Tien Noriel (5) y Cristin (1) fueron encontrados vivos el viernes en medio de la selva amazónica del sur del país y a 5 km del lugar del accidente, en el que fallecieron tres tripulantes adultos.
Entre el 15 y 16 de mayo, una cuadrilla de soldados encontró en el departamento del Caquetá al piloto muerto en la cabina. La avioneta quedó atrapada entre árboles y tenía la parte frontal destruida.
Magdalena Mucutuy, madre de los niños, y un líder indígena también fallecieron, aunque los uniformados no especificaron dónde estaban sus cuerpos.
Más de cien soldados e indígenas de la zona, apoyados por perros rastreadores, siguieron la pista de los menores mientras caminaban por la selva a lo largo de 2.656 kilómetros. Un recorrido equivalente a la distancia que hay entre Caracas y Quito.
La búsqueda fue difícil por la espesa vegetación de la zona, con árboles que llegan a los 40 metros de altura, la presencia de jaguares y serpientes y la lluvia permanente que impide escuchar posibles llamados de auxilio.
Lesly, que tiene una naturaleza «guerrera» y es muy «inteligente», mantuvo a salvo a sus hermanos menores, según han contado a la AFP sus abuelos en entrevistas.
Amenazas
La selva amazónica colombiana es un territorio extenso, de difícil acceso por río y sin carreteras, donde los pobladores suelen viajar en vuelos privados.
Además de la vegetación hostil y los animales salvajes, también hay presencia de rebeldes que se apartaron del acuerdo de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno en 2016.
Los menores abordaron la avioneta junto a su madre el 1 de mayo para huir de las llamadas disidencias de las FARC, que reclutan y atemorizan a los habitantes de la zona. El padre ya había escapado y aguardaba el reencuentro con su familia, según versiones de la prensa.
«Ellos lo único que quieren es el interés económico y mientras uno no se acoja a lo que ellos digan, uno es un enemigo para ellos», dijo Ranoque, interrogado sobre supuestas amenazas.
El viudo, quien participó en la búsqueda, aseguró que teme por la vida de los niños.
«Eso es lo que mucho más miedo tengo porque yo sé que esas personas descaradas primero que todo pueden comenzar a presionarme con mis hijos, y eso nunca lo voy a permitir mientras yo esté vivo», añadió.
La noticia de los niños perdidos dio la vuelta al mundo, con videos y fotografías del Ejército sobre el día a día de las operaciones de búsqueda en los que encontraron refugios improvisados con ramas, tijeras, ligas de cabello, zapatos, ropa, un biberón, frutas mordidas y huellas.
«Están muy acabaditos»
Aunque frágiles, los niños están fuera de peligro según los primeros reportes médicos y siguen un tratamiento de comidas blandas, atención psicológica y cuidados tradicionales de los pueblos indígenas.
«Están muy acabaditos, tienen sus heriditas, tienen sus golpecitos (…) salieron con enfermedades de la selva (…) pero están bien, en buenas manos», dijo el domingo el abuelo de los niños, Fidencio Valencia, a la prensa.
En fotografías difundidas en medios locales se les ve muy delgados y la mayor tiene un golpe en la frente.
Fieles a las creencias de los pueblos amazónicos, los indígenas implementaron rituales tradicionales y prácticas propias de su conocimiento de la selva para finalmente dar con el paradero de los menores. Según el gobierno, fueron ellos quienes primero avistaron a los niños en medio de la espesa vegetación.
«Creemos mucho en la selva, que es nuestra madre. Por eso yo siempre tenía la fe y decía, es que a mí la selva ni la naturaleza nunca me han traicionado», sostuvo Ranoque.
Aunque la espectacular operación de rescate de los niños terminó, soldados del Ejército siguen buscando a Wilson, un perro rastreador que fue clave en el hallazgo de pistas de los menores en medio de la selva, pero que se extravió.