Las vacaciones de agosto son un descanso de la ajetreada vida laboral y hay que aprovecharlas en familia. Como el año pasado, los feriados llegan en medio de la pandemia, por lo que hay que cumplir las medidas de bioseguridad para evitar más contagios del coronavirus: uso de mascarilla en espacios compartidos, mantener una distancia física prudencial, el lavado constante de manos con agua y jabón y el uso de alcohol en gel. Además, se sugiere no participar en aglomeraciones.
Una vez cumplido eso, las opciones turísticas nacionales están abiertas para todos. Funcionarios del Gobierno se han dedicado a verificar que se cumplan los protocolos de bioseguridad en los comercios, restaurantes, sitios turísticos y en los buses alegres, que parten desde la capital hacia los centros de recreación administrados por el Instituto Salvadoreño de Turismo.
En las iglesias han programado celebraciones con limitada participación presencial y estricto cumplimiento de las medidas de bioseguridad; se descartaron las actividades que implicaran aglomeraciones de personas. Aquí vale la expresión de que hay que cuidarnos hoy para que podamos abrazarnos mañana. Como sociedad debemos trabajar para mantener controlada la COVID-19. Cada día conocemos que las variantes del virus hacen más difícil el control de la enfermedad, por eso debemos actuar disciplinadamente para evitar más casos.
Debemos disfrutar de los espacios turísticos con respeto a los demás, protegiéndonos y, de esa forma, protegiendo a otros.
El Viceministerio de Transporte ha reportado una baja del 30 % de los fallecidos en accidentes de tránsito; sin embargo, las colisiones siguen siendo un problema en las carreteras salvadoreñas. Es necesario un cambio en la conducta de los automovilistas que manejan a la ofensiva y ponen en riesgo la vida de otros.
Mientras llega ese escenario se vuelve indispensable el despliegue de gestores y de policías de Tránsito para que los conductores respeten los límites de velocidad en las carreteras y se detenga a aquellos que, al abusar del alcohol y por el uso de sustancias ilícitas, son un peligro para la sociedad.
Muchos han aprovechado el período vacacional para llevar a sus hijos de entre 12 y 17 años a recibir la vacuna, una posibilidad que no existe en el resto de Centroamérica salvo para quienes tienen los recursos suficientes para viajar Estados Unidos. El megacentro de vacunación ha roto sus propios récords en pocos días, acercando más al país a la ansiada inmunidad de rebaño, eso sí, sin descuidar el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad.