Las primeras 20,000 dosis de la vacuna contra la COVID-19 producida por AstraZeneca y la Universidad de Oxford y compradas por el Gobierno de Nayib Bukele llegaron el miércoles al país y horas después ya se administraban a enfermeras y médicos, parte de la primera línea de combate a la pandemia.
El medicamento, elaborado en la India —sede de grandes laboratorios manufactureros y que trabaja en coordinación con las principales farmacéuticas del mundo—, ha sido distribuido en todo el país para llegar directamente a los trabajadores de salud, tal como dictan los protocolos internacionales.
Para desarrollar este operativo, el Gobierno se preparó. Creó una red de módulos para garantizar las condiciones de conservación de la vacuna, y la sola distribución implicó un amplio despliegue de transporte acondicionado para la nueva tarea, además de la vigilancia de la Policía Nacional Civil y de la Fuerza Armada.
La humanidad realmente se anotó una victoria importante con el desarrollo de múltiples vacunas contra la COVID-19, porque se requirió relativamente poco tiempo para tener la manera de enfrentar la enfermedad, lo que no ha sucedido, por ejemplo, con otras afecciones que, si bien no son tan mortales como el coronavirus, sí provocan decesos en todo el mundo.
El gran escollo que ha enfrentado la vacuna —tras superar el estricto proceso de desarrollo y prueba— es la producción masiva. Pero no solo eso, pues una vez iniciada la producción, los países del primer mundo se garantizaron el suministro inicial, tanto que incluso naciones como México han interpuesto quejas formales ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el desigual acceso al fármaco.
En medio de esta batalla por conseguir las primeras dosis, El Salvador logró una compra, cuyas primeras 20,000 unidades son las que llegaron apenas hace unas horas al país, pero que ya fueron transportadas tan lejos como a las islas en el golfo de Fonseca.
Es increíble que la primera reacción de algunos políticos y de sus órganos de propaganda fue el ataque hacia el Gobierno. Aseguran que el Ejecutivo debía esperar a que pasaran las elecciones para vacunar, como si el virus pudiera ser puesto en pausa para evitar que siga matando a la población. También dijeron que las vacunas habían sido donadas, que habían ingresado al país en secreto el 3 de febrero… Toda la desinformación (y otras especies que seguramente vendrán en el camino) ha sido desmentida por las mismas fuentes (la aerolínea que hizo el traslado, el primer ministro de la India, la farmacéutica y la OMS/OPS), lo que demuestra cuán sesgados se encuentran.