La adicción por la lectura de sus compradores es su asidero desde hace tres años. Desde entonces, Josué Andrés Moz es mejor conocido en una amplia red de bibliófilos como el «dealer» de libros.
Con una pequeña parte de su biblioteca personal de fondo y a un lado la pila de libros que están por salir en ruta hacia sus destinatarios, Moz comenta cómo usó su pasión y la de los demás por los libros como una forma de vida a media carrera universitaria y con pocos recursos.
«Todo empezó cuando me dijeron en casa que solo podían darme $5 para la semana. Eso, entre pasajes, materiales de la U y la necesidad de comprar libros, no me alcanzaba. Mis amigos me dijeron que por qué no usaba mi talento para conseguir libros y conseguirles a los demás», recuerda.
Ahora es egresado de la Licenciatura en Letras y su emprendimiento se ha convertido en su principal ingreso.
El «dealer» trata de cumplir con las peticiones, pero advierte que hay imposibles de conseguir y otros de pagar: «Nunca voy a poder conseguir la primera edición de “Cien años de soledad”», asegura.
No obstante, entre sus más difíciles peticiones están conseguir a la argentina Alejandra Pizarnik, ediciones especiales de Salarrué o tesoros como la primera edición de «Cenizas de Izalco», de Claribel Alegría.
La vitrina es su muro en Facebook. El desfile es variado y los precios, también. Su valía pasa por la lupa de lo que un coleccionista y bibliófilo busca. Los géneros en orden están dominados por novela, cuento, poesía, teatro y ensayo.
La búsqueda de autores locales tiene una gran demanda. El apetito de autores como Claudia Hernández ha marcado el tiempo de compra con su libro «Mediodía de frontera». «La última vez, este libro solo duró 16 segundos después de publicado. Es la cuarta vez que se va así de rápido después de la reapertura económica».
Moz se mantuvo inactivo durante la pandemia al quedar en Honduras cuando las fronteras cerraron. Sin embargo, desde hace más de dos meses volvió y por semana envía de 40 a 50 ejemplares.
Su labor ha trascendido la mera transacción, y hay quienes se acercan solicitando consejos sobre cuáles autores se deben leer. Su top en la literatura nacional reciente y contemporánea empieza con Claudia Hernández, seguido por Alfonso Quijada Urías, Jorgelina Cerritos, Jorge Galán, Mauricio Orellana Suárez y Alberto López Serrano.
LA FUENTE
Conseguir libros no es una tarea sencilla. Moz alimenta sus estantes con aquellos libros que sus dueños abandonaron por irse a otro país, con los de otros cazatesoros como él y también con aquellas bibliotecas de grandes devoradores de libros, que pasaron a mejor vida.
En esa cacería ha encontrado libros invaluables que no pondrá en venta, como la primera edición de «Luz negra», autografiada por el mismo Álvaro Menéndez Leal.
También ha encontrado libros autografiados y dedicados a otros autores, como un ejemplar de André Cruchaga dedicado a Horacio Castellanos Moya.
Por lo pronto, este cazador literario espera continuar atendiendo a los lectores salvadoreños adictos a los libros.