Las tierras áridas que por muchos años solo producían maíz y frijol se han convertido en un campo multicolor, que ofrece tomates, yuca, rábano blanco, camote, cebollín, ejote de matocho, pipián, berenjena y chipilín.
Los productos son cultivados por agricultores de Morazán y San Miguel, quienes antes no tenían la oportunidad de trabajar la tierra por falta de apoyo y de conocimiento técnico.
Desde finales de 2019, el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal Enrique Álvarez Córdova (Centa), junto con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), ha capacitado a agricultores con el proyecto Producción y Diseminación de Semillas de Hortalizas Criollas, donde se han implementado
nueve bancos de semillas, que servirán para reproducirlas a escala local.
Los nueve bancos de semillas serán implementados bajo la modalidad de parcelas piloto con un área de 1,000 metros cuadrados cada una. Además, los productores recibieron capacitación para agroquímicos y asistencia técnica sobre el manejo de diferentes cultivos para la producción de semilla, elabooración de fertilizantes orgánicos y el manejo poscosecha.
Luis Díaz, coordinador del Programa de Hortalizas del Centa, explicó que el proyecto nace como iniciativa de los problemas que dan los diagnósticos de las instituciones y, sobre todo, de las necesidades que tienen los productores de la zona.
«El problema que tienen los productores son los altos costos de los insumos porque son semillas importadas, lo que ha traído como consecuencia una
reducción de áreas de cultivo a escala nacional», sostuvo Díaz.
El experto dijo que los agricultores de la zona cuentan con acceso a semillas de polinización libre y adaptadas a tierras áridas, que permitirá la seguridad alimentaria y nutricional de los productores del corredor seco.
Antonia Vásquez, beneficiaria del proyecto, dijo que con este se tiene la ventaja de cultivar variedades que no tenían y que no conocían, lo que favorecerá las economías de la zona.
Con la ejecución del proyecto, el Centa prevé que haya al menos 20 productores líderes comunitarios y técnicos municipales capacitados en la selección y la reproducción de hortalizas de variedades criollas, además, de que 90 productores establezcan parcelas cultivadas con las semillas producidas en los bancos de semilla.
«Tenemos la ventaja que vamos a cultivar, dentro de nuestras tierras, variedades que no teníamos y que no conocíamos, eso beneficiará a nuestras economías y proveerá ingresos para nuestras familias».
Santos Antonia Vásquez, beneficiaria del proyecto.
«Este proyecto les permitirá tener su propia semilla y de esa manera podrán reducir el costo de producción. Los agricultores tendrán la opción de comercializar los vegetales, las semillas y auto consumir el producto».
Luis Díaz, coordinador del Programa de Hortalizas del Centa.