Luces blancas, un hermoso lienzo de fondo simulando el salón de un gran palacio. Un bailarín, dos, tres, muchos bailarines que representan a caballeros y a damas de la corte danzando al compás del opus 20 de Piotr Ilich Chaikovski. Así dio inicio «El lago de los cisnes».
La obra fue estrenada en 1877, pero la fama mundial llegó hasta 1895 con la coreografía de M. Petipa y Lev Ivanov.
«El lago de los cisnes», que consta de cuatro actos, llegó a El Salvador con el Ballet Clásico de San Petersburgo y se presentó en el Teatro Presidente el pasado viernes 19 de mayo.
La coreografía estuvo estelarizada por Alexander Volchkov (bailarín principal del Ballet Bolshói) y los mundialmente reconocidos solistas Ivan Sitnikov y Elizabetha Barkalova, en compañía de más de 30 bailarines rusos.








En el primer acto llamado «El jardín del príncipe Sigfrido» se puede ver al príncipe en la celebración de su vigésimo primer cumpleaños. Mientras se está divirtiendo aparece su madre quien le recuerda que un día después, en una celebración formal con un baile en la corte, deberá elegir entre las más hermosas damas de la comarca a su futura esposa.
El Bufón, su amigo, sabe que Sigfrido debe distraerse lo que queda de la velada, por lo que sugiere al príncipe una partida de caza, luego que viese en pleno vuelo hermosos cisnes salvajes.
El acto dos «La orilla del lago» comienza con la caza. El Príncipe camina junto al lago de los cisnes, cuando ve algo extraño y a la vez extraordinario: una hermosa joven que parece ser a la vez cisne y mujer. Ella es Odette, la Reina de los Cisnes, de quien se enamora profundamente el príncipe, y le pregunta por qué es la reina de esas aves.
Ella contesta que es por el hechizo del malvado Von Rothbart, quien la convierte en cisne blanco para toda la vida, excepto entre la medianoche y el amanecer cuando recobra su forma humana.
El lago se ha formado por las lágrimas de la madre de Odette y la joven permanecerá en él mientras no encuentre a un hombre que la ame y se case con ella.
El Príncipe la invita para que asista al baile donde debe escoger a su futura esposa, al tiempo que se dirige a ella, apoya las manos en el corazón de la joven y le jura amor. El acto incluye la pelea entre Von Rothbart y El Príncipe, en venganza por lo sucedido con la joven.
Durante el desarrollo del acto tres, «El gran salón del castillo del príncipe Sigfrido», se sabe que La Reina ha escogido a cinco hermosas jóvenes para su hijo, pero él solo piensa en la joven del lago.
De pronto se anuncia la llegada de una pareja, un hombre con barba y una hermosa joven vestida de negro, muy parecida a Odette. Se trata de Von Rothbart quien ha transformado a su hija Odile para engañar al príncipe y que rompa la promesa hecha a Odette de que nunca amará a otra. El Príncipe rápidamente pide la mano de la doncella.
En ese preciso momento un estrepitoso trueno se escucha, hay destellos de luz y todos los invitados se muestran aturdidos, excepto Van Rothbart y Odile quienes disfrutan su triunfo. En la distancia se puede ver como Odette cae al suelo tras la falta cometida por el príncipe.
En el cuarto y último acto, «La orilla del lago», las doncellas se han agrupado en el lago, junto a Odette. Llega El Príncipe, le pide perdón por su error y le jura amor eterno. En ese instante aparece Von Rothbart quien es desafiado por Sigfrido, y en la lucha le arranca una de sus alas, destruyendo así sus poderes y el hechizo de las doncellas cisnes.
El Ballet Clásico de San Petersburgo al representar la obra no olvidó ninguno de los detalles que envuelven la mágica historia de Odette y Sigfrido.
Al terminar la presentación, todos los asistentes se llevaron la gran satisfacción de una magnífica puesta en escena y que mereció una gran ovación.