Recientemente tuvimos la visita del enviado especial de EE. UU. para el Triángulo Norte, Ricardo Zúñiga, quien sostuvo una reunión con el fiscal general, Raúl Melara, y con representantes de la Cicies. El funcionario norteamericano anunció la entrega de un apoyo de $2 millones por parte de Estados Unidos a la Cicies. «La administración Biden ha dejado claro que la lucha contra la corrupción es fundamental para el apoyo a Centroamérica», afirmó el enviado especial.
Zúñiga también sostuvo encuentros con funcionarios y la sociedad civil. Junto con la canciller de la república, Alexandra Hill, el enviado especial del Departamento de Estado visitó el Centro de Recepción para Personas Migrantes Retornadas, en La Chacra. EE. UU. también sentó posición con respecto al acercamiento a El Salvador de parte de China con la donación de 150,000 vacunas. Mencionó que el país del norte no condicionará a sus aliados en sus relaciones con otros países.
El escenario geopolítico y geoestratégico por parte de las potencias mundiales de EE. UU. y China sigue en auge. El acercamiento económico y diplomático entre China y América Latina ha pasado en gran medida desapercibido.
Sin embargo, el creciente interés de Pekín en la región podría acabar convirtiendo a Latinoamérica en el nuevo escenario para la competición estratégica entre EE. UU. y China. Aunque las tensiones entre las dos grandes potencias han tenido como principal escenario Asia-Pacífico, la creciente importancia de América Latina en la estrategia china y el cambiante equilibrio de poder a escala mundial podrían llevar las disputas hegemónicas a las puertas de EE. UU. y socavar la duradera prevalencia occidental en Latinoamérica.
Desde 2005, China ha prestado alrededor de $150,000 millones a América Latina. En 2008, el Gobierno chino publicó —por un documento actualizado en 2016— que subrayaba sus prioridades y el creciente interés en Latinoamérica, y un año después Pekín se integró en el Banco Interamericano de Desarrollo con una donación de $350 millones. Actualmente, el gigante asiático ya es el socio comercial más importante de Argentina, Brasil y Perú, y el primer destino de las exportaciones de Brasil, Chile, Cuba, Perú y Uruguay. Los niveles de su inversión directa compiten con los inversores tradicionales de la región.
Además, en 2015, Xi Jinping reafirmó su compromiso con la región al prometer una inversión de $250,000 millones en Latinoamérica a lo largo de 10 años. Podemos constatar que otros países del continente americano están teniendo relaciones directas y de beneficio con el gigante asiático. La oposición política en nuestro país está recurriendo a una campaña del miedo, buscando deslegitimar estas relaciones haciendo alusión a que en EE. UU. viven salvadoreños que apoyan por medio de remesas.
El presidente Nayib Bukele en ningún momento está rompiendo las relaciones con EE. UU., por el contrario, busca expandir las relaciones internacionales de nuestro país para obtener más opciones en beneficios y desarrollo.
China está acercándose a América Latina con proyectos ambiciosos. Por ejemplo, en Argentina con la apertura de una base espacial en la Patagonia, es uno de los símbolos más recientes de los planes de Pekín de asentarse en la región, una estrategia que involucra el futuro económico de varios países y es celebrada por algunos y temida por otros.
Los movimientos geopolíticos de China en nuestra región llevan años. Si benefician a nuestro país, es imprescindible que el presidente Bukele potencie esas relaciones y brindarle otras opciones de desarrollo a El Salvador.