Desde el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre El Salvador y Japón, el 15 de febrero de 1935, nuestros países han construido y han desarrollado una estrecha amistad que se evidencia mediante los fuertes vínculos políticos, económicos y de cooperación existentes.
La contribución de Japón al desarrollo económico y social de nuestro país ha sido de especial trascendencia y se ha traducido en diferentes áreas y sectores como el de infraestructura, educación, salud, seguridad humana y protección social, fortalecimiento de la resiliencia, incluyendo la prevención de desastres, medioambiente, seguridad alimentaria y nutricional, comercio, inversión, intercambios comerciales, cultura, deportes, entre otros.
En ese contexto, para El Salvador el vínculo con Japón es de especial valor, pues ha prevalecido un creciente espíritu de entendimiento que es palpable, a pesar de la distancia que geográficamente nos separa. Además, compartimos valores tales como la vocación por el trabajo, la constante búsqueda de la perfección y el compromiso con el bienestar de nuestras sociedades.
Nuestra relación de amistad y entendimiento se ha edificado de manera progresiva y ha sido marcada por diferentes hitos que la distinguen, como por ejemplo, lo ocurrido en 1953, año en el que fuimos el primer país de América Latina y el segundo en el mundo en concretar la comercialización de vehículos manufacturados en Japón.
De igual manera, en 1955, fuimos pioneros en Latinoamérica en recibir inversiones japonesas, especialmente en el sector textil, las cuales, después de 66 años, se mantienen operando.
Desde 1968, El Salvador ha contado con los aportes del Programa de Voluntarios Japoneses para la Cooperación en el Extranjero (JOCV, por sus siglas en inglés), esfuerzo que se mantiene activo a la fecha y que ha dejado huella con cerca de 500 voluntarios japoneses que han compartido sus conocimientos en diferentes áreas del desarrollo.
Podemos afirmar categóricamente que El Salvador ha sido el país en América Latina y el Caribe que abrió el camino y cimentó las bases para el acercamiento y afianzamiento de los vínculos de Japón con esta región del mundo en las áreas política, económica y de cooperación.
En septiembre de 2006, fuimos la sede del Primer Foro de Negocios Japón-Centroamérica que convocó alrededor de 100 representantes del Gobierno de Japón y de importantes empresas japonesas, así como de más de 300 delegados centroamericanos. Este suceso ha contribuido a continuar fomentando la inversión japonesa en la región, promover el intercambio comercial y la transferencia de tecnología.
La cooperación japonesa en El Salvador ha jugado un papel clave en nuestro desarrollo, especialmente por las múltiples obras físicas que han fomentado el progreso nacional. Cabe resaltar que la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) ha sido el puente con nuestro país para recibir la contribución japonesa, desde la firma del Acuerdo Bilateral en 1968.
En este contexto, se pone de relieve el apoyo financiero brindado por Japón para la construcción del Aeropuerto Internacional San Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, del puente de la Amistad, puente Jiboa y puente Cuscatlán, del «by-pass» Gerardo Barrios en San Miguel. De igual manera, el apoyo para la edificación del Hospital El Salvador y del Puerto de La Unión Centroamericana, así como de otras importantes obras.
La transformación del país que impulsa el presidente de la república, Nayib Bukele, contempla un plan integral de desarrollo para la zona oriental, en el cual se ha previsto que el Puerto de La Unión Centroamericana tenga un papel clave en la articulación y complementariedad de sus diferentes componentes. En este sentido, seguiremos trabajando con Japón para lograr el efectivo funcionamiento de esta obra marítima.
Gracias a esta relación, se han alcanzado muchos logros y un cambio en la calidad de vida de los salvadoreños, por lo que hoy reiteramos con júbilo los 86 años de amistad y solidaridad entre nuestros pueblos, resaltando, además, la férrea voluntad y compromiso de El Salvador por profundizar e intensificar las relaciones entre nuestros pueblos y gobiernos; y, a la vez, augurar un exitoso futuro y bienestar para nuestras naciones.