La Selecta firmó una Copa Oro para levantarse y aplaudirle de pie. No ganó nada, se quedó tangiblemente en el escalón acostumbrado, pero, futbolísticamente, esparció las suficientes adrenalina e ilusiones en la hinchada como para lucir con orgullo sus colores.
Antes, meses antes, en Costa Rica, la Azul playera también hizo sonar el himno nacional con ruido e hinchó el pecho al coronarse campeona de Concacaf y sellar su pasaporte a su quinto Mundial de Beach Soccer.
Los acontecimientos, si se quiere históricos —uno por el fútbol exhibido, de lejos mejor que en otros procesos, y el otro por una quinta asistencia a un evento mundial, esquivo desde hace ocho años—, han levantado una ola azul que pinta un mar de emociones.
CASTILLOS
Pero ojo, mucho ojo, las hazañas deben ingerirse con mesura, traguito a traguito, para evitar atorarse, una aspirativa pulmonar o terminar decepcionado y despreciando esos mismos colores que hoy abanderamos con tanto orgullo.
La Azul playera ya está en las heladas tierras rusas. Es en las arenas de la ex Unión Soviética donde los cangrejitos playeros pretenden hacer ondear el azul y blanco y poner a El Salvador en lo más alto del podio.
Claro está que por ganas no se quedan, sus maletas iban repletas de sueños, motivación y anhelos de conquista.
Los he visto sudar hasta sangre y despellejarse los dedos de los pies en la arena durante la pasada Liga de Fútbol Playa Copa CEL 2021 y no tengo la menor duda de que dejarán hasta la última gota de energía en la cancha, pero en esta modalidad el cielo y el infierno están a un parpadeo.
Los jugadores, los 14 que viajaron a la nueva expedición, se han puesto entre ceja y ceja superar el cuarto lugar que se consiguió en Rávena, Italia, en 2011, y de largo este es el equipo más técnico, táctico y más equilibrado que ha viajado a una Copa del Mundo, pero el mismo Rudis Gallo, un estratega en estas lides, recomendó mesura.
«Nosotros lo que debemos tener bien claro es pasar la fase de grupos», explicó. Eso significa, al menos, pasarle por encima a Bielorrusia y Suiza. Derrotar a Brasil, segundo en turno, son palabras mayores, y en esto, para bien o para mal, juega mucho la estrategia y también confabularse con la fortuna para que esta le permita irse encontrando con rivales accesibles en la ruta.
Así que, por ahora, dejen el cuarto lugar de Rávena en paz y disfruten lo que se viene. Sueñen sin agitarse para evitar caer en pesadilla, porque si algo tiene El Salvador en día es talento, un semillero brota como cangrejos de arena.
HERVORES
La selección mayor de fútbol 11, conducida por Hugo Pérez, también vive su propia efervescencia. Robó miradas y buenos comentarios de la prensa nacional e internacional en Copa Oro, y ello ha prendido los ánimos de una hinchada urgida de ídolos en quienes creer.
En Estados Unidos, la diáspora acompañó a los seleccionados a los escenarios a los que asistieron, y acá, en el país, no es necesario hacer una encuesta para concluir en que la venta de camisetas originales y réplicas ha aumentado.
Los pupilos de míster Pérez se juegan su ilusión y la ilusión de todo un país que anhela verse representado en un tercer mundial (se asistió a México 1970 y a España 1982), pues han pasado 40 años de fracasos constantes.
Si embargo, a partir del nuevo proceso, una pequeña luz de esperanza ilumina la ruta de los soñadores que, junto con los escépticos, le dan figura al yin yang. Eso sí, acá gana el escepticismo. Las piedras en el camino de la Azul son las mismas con las que ha tropezado por más de tres décadas.
Estados Unidos, México, Costa Rica, Canadá y Honduras están un escalón arriba y estos apenas son cinco de los siete rivales que tendrá en la octagonal de Concacaf, que es donde se repartirán los boletos a Catar 2022.
Las ilusiones por conquistar una visa al mundial inician el 2 de septiembre, y sí, aunque mantengo mis reservas, por primera vez en décadas me he comprado la camisa de la Selecta y estoy de lado de los soñadores. Entré al hervor azul levantado castillos en la arena, pero sin perder la cordura.