Recientemente, el periódico estadounidense «The New York Times» publicó un artículo en el que se analizaba cómo el enfoque ideológico había hecho fracasar la vacunación en Argentina. El presidente Alberto Fernández utilizó el nacionalismo que explota el peronismo para plantear la administración de la vacuna contra la COVID-19 como un asunto en contra del «imperialismo» representado en las farmacéuticas transnacionales y occidentales. En su lugar, le apostó a la vacuna Sputnik V, del laboratorio ruso Gamaleya, y rechazó los contratos con Pfizer, AstraZeneca y Moderna.
Sin embargo, los problemas de suministro del Gamaleya han dado al traste con el programa de vacunación argentino y las autoridades han tenido que salir a negociar, de urgencia, acuerdos comerciales con las farmacéuticas que antes rechazaron. El nacionalismo original utilizado por Fernández, con evidente interés político-electoral, le ha jugado en contra y ahora más de la mitad de los argentinos ha dicho, según las últimas encuestas, que no votará nuevamente por él y su partido político.
Desde el inicio de la pandemia, el presidente Nayib Bukele anunció que se negociaría con varias farmacéuticas para obtener las vacunas suficientes para inmunizar a una población meta de 4.5 millones de personas, que podría ampliarse al incluir a los menores de edad en el esquema de vacunación. En este sentido, El Salvador dispone de vacunas de cinco laboratorios para aplicar a su población: Moderna, AstraZeneca, Pfizer, Sinovac y Sinopharm.
Además del pragmatismo de buscar toda la ayuda posible y bajo la premisa de que la mejor vacuna es la que se tiene en el brazo, el país tiene en su territorio más de 10.1 millones de vacunas. Gracias al exitoso plan nacional de vacunación, ayer se superaron los 5 millones de primeras dosis administradas, lo que ayudará enormemente a alcanzar el objetivo inicial de lograr la tan ansiada inmunidad de rebaño, que se produce cuando la mayoría de la población ha recibido la vacuna.
Falta mucho por hacer y todos debemos poner de nuestra parte. El Gobierno ha dispuesto diversas modalidades para que todos puedan recibir la vacuna: en unidades de salud, módulos de vacunación, en autoservicio, en el megacentro del Hospital El Salvador (que ha tenido jornadas con más de 23,000 dosis administradas), con el apoyo de los promotores de salud y, recientemente, en puntos donde no se exige cita ni DUI, como los instalados en el Centro Histórico de San Salvador para atender a vendedores informales, indigentes y a cualquier persona que no tenga consigo su documento de identidad.
Superar la pandemia de la COVID-19 es un asunto que nos involucra a todos. Nadie puede quedar fuera, mucho menos por cuestiones que no tengan nada que ver con razones sanitarias.