¿Qué significa innovar? ¿Cómo podemos utilizar la creatividad colectiva para fomentar el desarrollo sostenible? Cada vez es más frecuente ver la palabra innovación en eslóganes de empresas y organizaciones, a menudo, haciendo alusión a la adopción de nuevas tecnologías. Sin embargo, la innovación no es exclusiva de países ricos ni producto solamente de inversiones millonarias. La innovación está en todos lados y El Salvador no es la excepción.
El 21 de abril se celebra el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, establecido por Naciones Unidas con el objetivo de promover el pensamiento creativo e innovador entre todos los sectores de la población. En ese contexto, queremos fomentar procesos creativos y abrir el debate sobre innovación inclusiva para abordar los retos complejos de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La creatividad y la innovación son más importantes que nunca. Como consecuencia de la crisis causada por la COVID-19, por primera vez en las últimas tres décadas se prevé una caída del índice de desarrollo humano, por medio del cual el PNUD mide indicadores de esperanza de vida, salud y educación. Seguimos en una pandemia, con desafíos jamás imaginados. Una de las más duras lecciones que nos ha dejado es que la digitalización acelerada que ha desencadenado puede ser un exacerbante de las desigualdades.
El acceso a las tecnologías digitales se ha convertido en un elemento del bienestar para las personas y el internet, en una de las principales herramientas para hacer frente al nuevo contexto y seguir adelante con sus actividades, incluidas las laborales y educativas. Sin embargo, persisten brechas en acceso a herramientas, conocimientos y oportunidades relacionadas con la digitalización, que impactan a la mayoría de la población de la región. El índice de resiliencia digital del hogar, desarrollado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), aplicado en 2020 para medir el estado de la digitalización de la región frente a la pandemia de la COVID-19 pone a El Salvador en los últimos puestos de América Latina (12.8) solo por encima de Ecuador (11.5); Honduras (9.8); Guatemala (8.7) y Bolivia (6.2).
¿Qué pasaría si en lugar de dejar a las comunidades fuera del debate involucráramos a las personas que se están quedando atrás para que se conviertan en agentes de cambio en torno a los retos del desarrollo sostenible? ¿Qué tal si orientamos la vertiginosa digitalización de nuestras sociedades de manera que contribuya a reducir las desigualdades en lugar de incrementarlas?
El PNUD está tratando de responder a estas y otras preguntas en su red de más de 90 Laboratorios de Aceleración, una apuesta sin precedentes para replantear la forma en que pensamos el desarrollo e innovamos. En Argentina, el Laboratorio de Aceleración respondió a dos grandes preguntas: ¿podrían los negocios de barrio tener un rol en la inclusión digital de las personas a escala local? ¿Y podrían, al mismo tiempo, promover la digitalización de las ciudades?
Fue así como surgió la iniciativa Con Vos, por la cual los propietarios de tiendas ayudan a las personas a completar gestiones en línea esenciales para su vida, como trámites municipales y pago de recibos. Esta solución busca incrementar las capacidades digitales de los tenderos e incrementar sus ingresos y convertirlos en facilitadores digitales comunitarios. La iniciativa ha dado lugar a un círculo virtuoso de un proceso ascendente de «ciudad digital», desde las bases.
En el mismo espíritu, en El Salvador, el PNUD implementará la iniciativa Digi Chiquihuites, nombre inspirado en el náhuatl «chiquihuitl», que significa canasta. En esencia, se trata de reducir la brecha digital de uno de los grupos más afectados por la pandemia de la COVID-19, las microempresarias, con una «canasta digital». Más del 70 % de personas ocupadas en el país, trabajan en emprendimientos, micro y pequeñas empresas y la mayoría de ellas son mujeres.
El proyecto piloto partirá del conocimiento de las herramientas y estrategias que las mujeres microempresarias utilizaron durante la pandemia para adaptarse a una nueva forma de hacer negocios y salir adelante de la crisis, tales como la adopción acelerada de mensajería instantánea para recibir pedidos y promocionar sus productos, y las adaptaciones de bioseguridad que hicieron a sus carretones o puestos para continuar atendiendo a su clientela.
La identificación de estas soluciones de base aplicadas en tiempos de crisis será la base para el diseño de una canasta de herramientas y aplicaciones digitales, que contribuya al desarrollo de capacidades, la inclusión financiera y la mejora de las condiciones para incrementar la productividad y los ingresos sin depender de grandes inversiones en tecnología.
La innovación debe estar enfocada en las personas y es un eje central para una mejor recuperación económica. Debemos trabajar desde las comunidades hasta los centros de innovación académicos, corporativos e industriales para crear soluciones que nos sirvan a todos, y no solo a quienes tenemos el privilegio de la conectividad. Es desde la creatividad y la inteligencia colectiva que podemos construir un mejor futuro. Como ha dicho el director regional para América Latina y el Caribe del PNUD, Luis Felipe López-Calva, «la digitalización incluyente es una precondición necesaria para reducir las desigualdades en América Latina».