La ruleta rusa es un fatídico juego en el cual, uno a uno, los participantes se colocan una pistola en la cabeza, luego aprietan el gatillo, esperando, por supuesto, que la única bala que se usa en esta justa mortal no esté en la recámara. Porque si está: «adiós mundo cruel».
Algo muy parecido a eso hacemos muchos cuando, desobedeciendo las recomendaciones sanitarias, salimos a la calle sin mascarilla, esperando, según nosotros, no toparnos con el virus que produce la COVID-19. Aunque en este caso hay algo muy importante que debemos tomar en cuenta. Y es que con esta actitud tan irresponsable no solo nos arriesgamos nosotros, sino también a nuestra propia familia, quienes podrían terminar pagando las consecuencias de nuestros actos.
Salir a la calle sin esa protección es inconcebible. Hay rótulos de «use mascarilla» hasta debajo de las piedras y se difunden por todos lados imágenes de gente sufriendo en los hospitales y, en el peor de los casos, llorando a sus muertos.
El virus aún está aquí, debemos seguir las recomendaciones de bioseguridad exactamente como lo hicimos al principio, porque, aunque ya se inició con la vacunación, esta tardará en completarse, principalmente por la cantidad de dosis que se necesitan. Por lo tanto, no podemos bajar la guardia.
Jugar a la ruleta rusa es algo personal, y usar mascarilla, igual. Eso sí, usarla o no usarla puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.